ELVIRA LINDO
El inocente y el chulo
EL PAÍS 27/06/2010
Cuando mi amigo A., recién divorciado, se ha dispuesto a sacar los billetes para veranear con sus tres hijos este agosto que viene, se ha encontrado con que sus niños tienen un carnet de familia numerosa con interesantes descuentos y él no. Él, por ley, se ha convertido en una especie de Tito solterón y generoso que invita a los sobrinitos a las vacaciones. El Tito tampoco puede aspirar a una vivienda de protección oficial porque su sueldo es el de un alto ejecutivo; a nadie parece importarle que ese sueldo se convierta en el de un obrero una vez que el Tito le ha restado la pensión de los niños, el pago de la hipoteca de una casa que es supuestamente suya aunque no la disfrute en su vida, el alquiler de su apartamento y, por supuesto, muchos de los gastos inesperados y caprichosos de sus hijos, que piden, piden y piden, sin reparar en que el nuevo papá está a dos velas. Mi amigo, que es lo que toda la vida de Dios se ha llamado un padrazo, vive como un triunfo el que, a pesar de ser la madre quien tiene la custodia, sus criaturas se saltan el régimen de visitas y cada dos por tres invaden el exiguo apartamento: para ver el Mundial, para jugar al tenis o porque, simplemente, le echan de menos. Mi amigo A. se siente estafado. No estafado por la vida, que es una frase tan literaria como carente de significado, sino estafado por la justicia y castigado. Es como si volviera a la escuela y el maestro le hiciera pagar por la gamberrada de unos cuantos chulos. La consecuencia es triste, porque siendo mi amigo un hombre de carácter afable y amante de las mujeres, deja traslucir en los últimos tiempos, en sus comentarios sobre las relaciones sentimentales, un poso de resentimiento del que antes carecía. Se siente, me ha confesado, el inocente que ha cargado con las culpas del machismo histórico, del actual, de la injusta discriminación de las mujeres en los puestos directivos, de los sueldos escandalosamente más bajos de las trabajadoras, del ridículo porcentaje de mujeres en la Real Academia Española, del hombre que se fue a por tabaco y ya nunca más se supo, del que no declara lo que realmente gana y de la mujer que pierde la oportunidad de promocionarse en su profesión por tener que entregarse en cuerpo y alma a los hijos. "Pero ¿qué culpa tengo yo de la desigualdad de siglos?", se pregunta. "¡Si yo era el que quería la custodia compartida! Y siempre he sido el chófer, el que hace las tortillas de patata y el que lleva a los niños, bien de mañana, a esos partidos de los sábados, que están acabando con aquella entrañable imagen del padre que andaba medio en pijama las mañanas de fiesta por casa". Cada vez que aparece en la prensa un artículo o información sobre la custodia compartida me acuerdo de él. El otro día, sin ir más lejos, María Sanahuja, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona, explicaba de manera impecable en este mismo periódico las ventajas de compartir la responsabilidad. Sanahuja, miembro de "otras voces feministas", reflexionaba sobre la engañifa que para las mujeres supone, a largo plazo, otorgarles por sistema la custodia. Los hijos, a los que entregaron su vida, se acabarán marchando, su vida profesional se habrá visto menoscabada por su condición de guardiana de la crianza y la casa, al cabo de los años, tendrá que venderse y repartirse. La magistrada ponía el acento en cómo la tendencia de los jueces a conceder la custodia a la madre perpetuaba la situación de postergación de las mujeres. Completamente de acuerdo. Tal vez lo que mi amigo echa de menos en esos artículos que defienden la verdadera igualdad es un poco de atención a lo que es la vida de algunos hombres en esos momentos. No solo es la mujer la que pierde. Si a la mujer se le escapan oportunidades laborales, ¿en qué se convierte el hombre, que se ve ajeno y fuera de todo lo que antes poseía? Cuando hay dinero para construir una nueva vida, todo es más llevadero, pero lo habitual es que la justicia deje a uno de los miembros de la pareja lampando. Por desgracia, la ley tiene que corregir la mezquindad de la gente. Lo deseable sería que cuando dos personas dejan de quererse tuvieran todavía capacidad para ser generosas. No hay ningún psicólogo, ni juez, ni asistente social que pueda convencerme de que lo mejor para los hijos es que mantengan su piscina mientras su padre está a dos velas. De la misma forma que a las mujeres nos gusta que los hombres practiquen con su actitud cotidiana la igualdad, que no nos hagan de menos ni nos ninguneen, que no nos llamen zorra ni puta ni puerca por mucho que detesten nuestras opiniones, que no nos tomen por menores de edad, que no ejerzan un irritante paternalismo, que no nos consideren incapaces por sistema y que no piensen que nuestra presencia en la vida pública les está robando algo, hay ciertos hombres, los que se han visto maltratados por la justicia por el hecho de ser eso, hombres, a los que les gustaría que en esa aspiración de igualdad social no se les dejara caer en el olvido. No se trata solo de que los jueces de familia ejerzan, de verdad, la justicia, sino de que desde cualquier otra columna escrita por una mujer no se les arrebate su presunción de inocencia y no tengan que pagar por la culpa del chulo de la clase.
domingo, 27 de junio de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
sábado, 19 de junio de 2010
E BOOK / ADRÉS NEUMANN
Opiniones póstumas sobre el 'e-book'
ANDRÉS NEUMAN
BABELIA-EL PAÍS
19/06/2010
(El popular novelista austronorteamericano responde a una entrevista sobre el libro electrónico, horas antes de lanzarse por la ventana y caer mortalmente sobre un camión de basura en Rockford, Illinois).
PERIODISTA. ¿Cuál es el futuro literario del formato electrónico?
EDGAR FRANZ MILTON. Me importa un carajo el formato. Yo me ocupo de los contenidos. Pienso en mis personajes. Como sigamos perdiendo el tiempo con este asunto, pronto no nos quedará una sola buena historia que descargar en esos putos aparatos.
P. ¿Pero no tienen ventajas? ¿No son más prácticos para viajar?
EFM. Hay que ser imbécil para viajar con libros. Un viaje ya es un libro. Y leer es un viaje.
P. ¿Y qué hay de la posibilidad de que el libro electrónico funde nuevas formas de escritura?
EFM. Acuérdese de la escuela, joven, si es que la aprobó. ¿Usted cree que la imprenta inventó a los escritores del siglo 15? No. Esos escritores propiciaron la imprenta. Ahora igual. Las formas de lectura y escritura de todo el siglo 20 han permitido la invención de Internet. Así que nada nuevo. Excepto para usted, que tendrá que volver a la escuela. Haga algún curso online.
P. Bien. ¿Consideraría justo aumentar el 10% de derechos de autor hasta un 25%?
EFM. Consideraría justo que la gente dedicase un 25% de su tiempo libre a leer. Para lo demás ya están las calculadoras. Y los impotentes como usted.
P. Ejem, prosigamos. ¿Está a favor de las descargas gratis?
EFM. Si son sobre su cara, sí. Yo no quiero libros gratis. Quiero comida gratis, zapatos gratis, coches gratis, teléfonos gratis, aspirinas gratis, whisky gratis. Sobre todo whisky.
P. ¿Y de la piratería con fines de lucro?
EFM. Ya tengo editorial, gracias.
P. Por eso mismo, ¿le parece lógico que las editoriales ganen mucho más que sus autores?
EFM. Las editoriales no ganan mucho más que los autores. Y suelen perder mucho más que los autores. Pregúnteme mejor por las distribuidoras.
P. Ok, ¿qué opina de las distribuidoras?
EFM. Eso no es asunto suyo. Es broma. Las distribuidoras son el eslabón inútil. Por eso caerán primero. Con las librerías pasa lo contrario.
P. ¿O sea?
EFM. O sea que usted está incapacitado para la deducción. O le gusta el whisky casi tanto como a mí. Las librerías son el eslabón más útil. Incluido el escritor. Quiero decir que los lectores las necesitan más que a nosotros. Los autores somos demasiados, las librerías muy pocas. Por eso Internet las salvará primero.
P. ¿Cómo? ¿Internet salvará a las librerías?
EFM. Definitivamente sí: usted bebe a deshora. Internet no sólo difunde libros electrónicos. Maldita sea. También sirve para localizar y comprar libros impresos. Estemos donde estemos.
P. Al menos no me negará que el libro electrónico acaba con el problema del peso.
EFM. Ese problema también lo tiene su madre. Y no se queja tanto. El peso es parte de lo real. La literatura es real. Lo virtual también. La vida pesa. Sólo la muerte es ingrávida.
P. Mejor terminemos. ¿Llegará el día en que leer una novela digital sea tan agradable y cómodo como leer una novela impresa?
EFM. Leer una novela no es cómodo ni agradable. Todo lo contrario. Debe ser algo incómodo. Y un poco terrible. Igual que ser su esposa. Buenas tardes.
Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) ha publicado recientemente el libro Cómo viajar sin ver (Alfaguara. Madrid, 2010)
ANDRÉS NEUMAN
BABELIA-EL PAÍS
19/06/2010
(El popular novelista austronorteamericano responde a una entrevista sobre el libro electrónico, horas antes de lanzarse por la ventana y caer mortalmente sobre un camión de basura en Rockford, Illinois).
PERIODISTA. ¿Cuál es el futuro literario del formato electrónico?
EDGAR FRANZ MILTON. Me importa un carajo el formato. Yo me ocupo de los contenidos. Pienso en mis personajes. Como sigamos perdiendo el tiempo con este asunto, pronto no nos quedará una sola buena historia que descargar en esos putos aparatos.
P. ¿Pero no tienen ventajas? ¿No son más prácticos para viajar?
EFM. Hay que ser imbécil para viajar con libros. Un viaje ya es un libro. Y leer es un viaje.
P. ¿Y qué hay de la posibilidad de que el libro electrónico funde nuevas formas de escritura?
EFM. Acuérdese de la escuela, joven, si es que la aprobó. ¿Usted cree que la imprenta inventó a los escritores del siglo 15? No. Esos escritores propiciaron la imprenta. Ahora igual. Las formas de lectura y escritura de todo el siglo 20 han permitido la invención de Internet. Así que nada nuevo. Excepto para usted, que tendrá que volver a la escuela. Haga algún curso online.
P. Bien. ¿Consideraría justo aumentar el 10% de derechos de autor hasta un 25%?
EFM. Consideraría justo que la gente dedicase un 25% de su tiempo libre a leer. Para lo demás ya están las calculadoras. Y los impotentes como usted.
P. Ejem, prosigamos. ¿Está a favor de las descargas gratis?
EFM. Si son sobre su cara, sí. Yo no quiero libros gratis. Quiero comida gratis, zapatos gratis, coches gratis, teléfonos gratis, aspirinas gratis, whisky gratis. Sobre todo whisky.
P. ¿Y de la piratería con fines de lucro?
EFM. Ya tengo editorial, gracias.
P. Por eso mismo, ¿le parece lógico que las editoriales ganen mucho más que sus autores?
EFM. Las editoriales no ganan mucho más que los autores. Y suelen perder mucho más que los autores. Pregúnteme mejor por las distribuidoras.
P. Ok, ¿qué opina de las distribuidoras?
EFM. Eso no es asunto suyo. Es broma. Las distribuidoras son el eslabón inútil. Por eso caerán primero. Con las librerías pasa lo contrario.
P. ¿O sea?
EFM. O sea que usted está incapacitado para la deducción. O le gusta el whisky casi tanto como a mí. Las librerías son el eslabón más útil. Incluido el escritor. Quiero decir que los lectores las necesitan más que a nosotros. Los autores somos demasiados, las librerías muy pocas. Por eso Internet las salvará primero.
P. ¿Cómo? ¿Internet salvará a las librerías?
EFM. Definitivamente sí: usted bebe a deshora. Internet no sólo difunde libros electrónicos. Maldita sea. También sirve para localizar y comprar libros impresos. Estemos donde estemos.
P. Al menos no me negará que el libro electrónico acaba con el problema del peso.
EFM. Ese problema también lo tiene su madre. Y no se queja tanto. El peso es parte de lo real. La literatura es real. Lo virtual también. La vida pesa. Sólo la muerte es ingrávida.
P. Mejor terminemos. ¿Llegará el día en que leer una novela digital sea tan agradable y cómodo como leer una novela impresa?
EFM. Leer una novela no es cómodo ni agradable. Todo lo contrario. Debe ser algo incómodo. Y un poco terrible. Igual que ser su esposa. Buenas tardes.
Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) ha publicado recientemente el libro Cómo viajar sin ver (Alfaguara. Madrid, 2010)
viernes, 18 de junio de 2010
LIBRANDA / BERNAR FREIRÍA
Libranda
Publicado por Bernar Freiría
Hay partos que vienen de nalgas y ya es difícil corregir el rumbo de la criatura, que adquiere la querencia a ir de culo toda su vida. Ha nacido Libranda, una plataforma de libros digitales creada por un grupo de editoriales, entre las que se encuentran varias de las grandes. El nombre no puede ser menos eufónico. “Este finde estoy de libranda y voy a darme un garbeo por la playa”. O, “¿ como andas de librandas en el curro?”. También, “creo que me voy a tomar el bocata en la libranda de mediodía. Y así.
Las editoriales creadoras de Libranda no van a vender directamente en su plataforma, van a ofrecer sus fondos a las librerías para que ellas mismas creen su rinconcito virtual. Huele a miedo. No quieren prescindir de los libreros -que estrictamente no son necesarios en este negocio virtual-, quieren darles cacho a ganar. No se les vayan a cabrear y no les pongan sus libros -los de las editoriales de Libranda- en sus mesas de novedades. Y, de momento -dicen-, la venta de libros virtuales es una pequeña fracción de la venta total de libros. ¿Y cómo coño lo saben si hasta ahora no hay apenas oferta de libros electrónicos? Sin embargo hay un dato, en España se han vendido unos 50.000 dispositivos de lectura para libros electrónicos. ¿Es que en España hay más de 50.000 personas que lean -personas que lean: redundancia, diría mi querida Carmen Ballesta-? Si probasen a poner un amplio catálogo de libros electrónicos a la venta se podría saber con más precisión qué parte del negocio pueden representar.
Y, además, el precio. Dicen que será entre un 20 y un 30% más barato que el libro en papel. Ya estamos matando la gallina de los huevos de oro. Vamos a ver, evitamos papel, impresión, distribución física -con furgonetas, combustible y tal-, algún que otro intermediario y resulta que sólo ahorramos un 30%. Algo no me cuadra. Así no vamos a ningún lado. Miren que los piratas son mucho más decididos y ya han puesto un catálogo bastante amplio en las terminales de descarga gratuita y que como no se espabilen, señores de Libranda van a llegar tarde, mal y nunca. Tenemos el precedente de la música. Quedan avisados.
Publicado por Bernar Freiría
Hay partos que vienen de nalgas y ya es difícil corregir el rumbo de la criatura, que adquiere la querencia a ir de culo toda su vida. Ha nacido Libranda, una plataforma de libros digitales creada por un grupo de editoriales, entre las que se encuentran varias de las grandes. El nombre no puede ser menos eufónico. “Este finde estoy de libranda y voy a darme un garbeo por la playa”. O, “¿ como andas de librandas en el curro?”. También, “creo que me voy a tomar el bocata en la libranda de mediodía. Y así.
Las editoriales creadoras de Libranda no van a vender directamente en su plataforma, van a ofrecer sus fondos a las librerías para que ellas mismas creen su rinconcito virtual. Huele a miedo. No quieren prescindir de los libreros -que estrictamente no son necesarios en este negocio virtual-, quieren darles cacho a ganar. No se les vayan a cabrear y no les pongan sus libros -los de las editoriales de Libranda- en sus mesas de novedades. Y, de momento -dicen-, la venta de libros virtuales es una pequeña fracción de la venta total de libros. ¿Y cómo coño lo saben si hasta ahora no hay apenas oferta de libros electrónicos? Sin embargo hay un dato, en España se han vendido unos 50.000 dispositivos de lectura para libros electrónicos. ¿Es que en España hay más de 50.000 personas que lean -personas que lean: redundancia, diría mi querida Carmen Ballesta-? Si probasen a poner un amplio catálogo de libros electrónicos a la venta se podría saber con más precisión qué parte del negocio pueden representar.
Y, además, el precio. Dicen que será entre un 20 y un 30% más barato que el libro en papel. Ya estamos matando la gallina de los huevos de oro. Vamos a ver, evitamos papel, impresión, distribución física -con furgonetas, combustible y tal-, algún que otro intermediario y resulta que sólo ahorramos un 30%. Algo no me cuadra. Así no vamos a ningún lado. Miren que los piratas son mucho más decididos y ya han puesto un catálogo bastante amplio en las terminales de descarga gratuita y que como no se espabilen, señores de Libranda van a llegar tarde, mal y nunca. Tenemos el precedente de la música. Quedan avisados.
LIBROS / MIGUEL ANXO MURADO
ESCRITO EN CAFETERÍAS / LIBROS / MIGUEL ANXO MURADO
LA VOZ DE GALICIA
Viernes 18 de junio de 2010
Hai pouco, estaba eu vendo unha exposición do pintor Barceló en Madrid. O amigo que me acompañaba fíxome notar que na maior parte dos cadros víanse libros. Pensouno un momento e enunciou unha teoría: «Isto é porque o libro está a piques de se converter nun anacronismo». E a partir de aí botoume a clásica homilía da morte do libro por causa de Internet e os libros electrónicos. Levaba un anaco de prédica cando fun eu quen lle chamou a atención sobre outra cousa: que iso mesmo se dicía dos cadros hai sesenta anos, e aí estabamos nós mirando para eles.
Lembrábame disto o outro día mentres escoitaba aos impulsores dunha plataforma que pretende vender libros electrónicos en España. Tamén eles falaban dun futuro sen libros de papel, pero de tanto falar do que vai pasar esquecíaselles observar un pouco o que está a pasar realmente. Os soportes de libros dixitais, que ían ser o agasallo estrela do pasado Nadal, están aborrecidos nos escaparates dos grandes almacéns, con cara de desempregados de longa duración.
Na Feira do Libro en Madrid e en Frankfurt, onde tamén se dicía que ían triunfar, non se lles viu o pelo, xa por terceiro ano consecutivo; e o xigante de Internet Amazon non para de perder cartos a esgalla co seu trebello de ler. Agora mesmo, os libros electrónicos non supoñen máis dun 3% do mercado do libro en Estados Unidos e menos do 2% en España. Por iso, o que nos dan normalmente son as porcentaxes de crecemento respecto ao ano anterior, que son altas xustamente porque se parte de moi abaixo. Conclusión: redóbrase a publicidade, cun resultado ambiguo: A xente cre o que lle din, mais non compra.
E os gurús da comunicación, que como todos os sacerdotes non soportan que a realidade desminta as súas profecías, din unha e outra vez que o que pasa é que a xente ten «resistencia ao cambio». Mais non explican por que non a teñen para os teléfonos móbiles ou os ordenadores. A idea máis simple, que as tecnoloxías teñen éxito cando a xente as encontra útiles e non só porque sexan novas, non se lles pasa pola cabeza.
Mesmo na presentación desta plataforma de libros dixitais podíase percibir, baixo os clixés, o derrotismo que empeza a estenderse. «Non esperamos que sexa rendible», dicía un, inxenuo. E mentres, os asistentes, cos móbiles apagados, tomaban notas con bolígrafos bic en cadernos de espiral e folios. Mentres chega o futuro, é o máis cómodo.
miércoles, 16 de junio de 2010
CUSTODIA COMPARTIDA / M SANAHUJA
Mujeres, trabajo y custodia compartida
MARÍA SANAHUJA
EL PAÍS 16/06/2010
Por qué se está cometiendo la penúltima gran estafa a las mujeres en su nombre? Si la mayoría convenimos que la primera condición para avanzar hacia la igualdad de derechos es la independencia económica; si la gran conquista en los últimos 30 años en España ha sido acceder masivamente a la formación, que nos tenían vedada, y al mercado de trabajo; si las mujeres hemos realizado una gran revolución silenciosa, como ha sido retrasar la maternidad en 10 años, y reducir drásticamente el número de hijos, como única posibilidad para ir ocupando espacios, por derecho propio, como ciudadanas de primera; si nos hemos ido alejando del modelo de la caverna, en que el reparto de funciones venía irremediablemente marcado por la dedicación de unos a la caza y la guerra, y otras a la reproducción, ¿por qué ese empeño en los últimos años en querer recluirnos nuevamente en el hogar, al cuidado en exclusiva de los hijos?, ¿por qué el feminismo mayoritario se muestra feroz con la custodia compartida de los hijos, si al tiempo asume que la única posibilidad de las mujeres, trabajadoras y madres, de tener espacios personales y profesionales es dejar de cargar en solitario con su cuidado y educación?
Es una estafa pedir en nombre del feminismo que solo las mujeres asuman el cuidado de los hijos
Somos una especie animal que, con los avances técnicos, ha podido modificar los roles que la naturaleza ha impuesto para la supervivencia y la reproducción, pues los riesgos de extinción nos vienen de otros peligros. Las encargadas en exclusiva de la reproducción, al tiempo que responsables de ancianos, enfermos y hombres, hemos ido adquiriendo otros roles y ocupando espacios de poder y decisión, al menos en los países mejor situados económicamente, pese a la brutal presión social y las tremendas discriminaciones. ¿Cómo vamos a permitir que tanto esfuerzo personal y colectivo se vea amenazado por corrientes de opinión que pretenden imponer nuevamente esta carga a las mujeres? ¿Cómo vamos a asumir en solitario la difícil y durísima tarea de cuidar de unos hijos en unas sociedades complejas que exigen unas generaciones con un elevado nivel de formación técnica y personal, al tiempo que trabajamos fuera?
Lo que proponen esos grupos de presión es apoderar a las mujeres practicando una inicial expoliación al padre de sus hijos, pues apropiándose de estos se consigue de inmediato todo el pack (hijos, vivienda, pensión). Pero ese es un regalo envenenado para nosotras por varias razones. Dedicarnos en solitario a la educación y cuidado de los hijos limita brutalmente nuestro desarrollo profesional, relegándonos a niveles que no exigen tanta dedicación, lo cual irremediablemente se traduce en salarios menores. Si ejercemos nuestra función como educadoras con responsabilidad corremos el riesgo de ser las únicas malvadas que imponen hábitos y obligaciones, y si lo hacemos de modo irresponsable nos encontramos en poco tiempo con unos hijos asilvestrados e intolerantes a la más mínima frustración, que no dudan en acudir a la violencia, física o psíquica si no ven colmados sus crecientes deseos. Cuando los pequeños monstruos se emancipan, el propietario de la mitad de la vivienda de la que fue expulsado no duda en reclamarla, ya que en muchas ocasiones se vio obligado a regresar a su hogar materno, y en ese momento, cuando las mujeres tienen edades que rondan los 60 años, con escasos ingresos, no pueden adquirir la mitad de la vivienda, con riesgo de ser expulsadas.
El final del expolio inicial puede ser el que las mujeres se queden sin nada: sin profesión, porque no nos hemos dedicado a ella; sin espacios personales, al no disponer de tiempo, fuente de desequilibrios y frustraciones; sin casa; y sin unos hijos que, además, pueden formular serios reproches culpabilizando a las madres del alejamiento paterno, lo cual es fuente de conflicto y sufrimiento, al haberse quedado huérfanos con padres vivos, con un duelo que no se acaba.
El modelo que se propone con la custodia compartida es que en aquellos supuestos, minoritarios pero crecientes, en los que el padre quiere participar en la corresponsabilidad tantas veces exigida a los hombres, no solo no deben ponerse obstáculos, sino que se debe favorecer. Eso es lo mejor para los hijos, pues tienen unos progenitores que, cada uno según su criterio, hacen carreras de relevo en su agotador cuidado, y son educados en la pluralidad y en el respeto a las diferentes maneras de leer el mundo, completadas sin duda con la escuela, los amigos, las familias amplias, con Internet y la televisión. La custodia compartida no libera al progenitor con más ingresos de hacerse cargo de la mayor parte de los gastos. Por el contrario, potencia la voluntad de contribuir más porque se mantiene el contacto y afecto con los hijos, y aleja la tentación de aparentar inexistentes insolvencias, en un país con un importante nivel de economía sumergida y ahora en crisis.
A los hijos no se les puede imponer un modelo monoparental que les perjudica, cuando tienen padre y madre que quieren y pueden responsabilizarse de ellos. Y es precisa una jurisdicción especializada en familia, tantas veces reclamada, que de un modo eficaz intervenga y haga difícil la utilización de los hijos como armas en unos conflictos de los que siempre deben ser alejados si queremos construir una sociedad en igualdad, paz y progreso.
María Sanahuja Buenaventura, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona, es miembro de Jueces para la Democracia y de Otras Voces Feministas.
MARÍA SANAHUJA
EL PAÍS 16/06/2010
Por qué se está cometiendo la penúltima gran estafa a las mujeres en su nombre? Si la mayoría convenimos que la primera condición para avanzar hacia la igualdad de derechos es la independencia económica; si la gran conquista en los últimos 30 años en España ha sido acceder masivamente a la formación, que nos tenían vedada, y al mercado de trabajo; si las mujeres hemos realizado una gran revolución silenciosa, como ha sido retrasar la maternidad en 10 años, y reducir drásticamente el número de hijos, como única posibilidad para ir ocupando espacios, por derecho propio, como ciudadanas de primera; si nos hemos ido alejando del modelo de la caverna, en que el reparto de funciones venía irremediablemente marcado por la dedicación de unos a la caza y la guerra, y otras a la reproducción, ¿por qué ese empeño en los últimos años en querer recluirnos nuevamente en el hogar, al cuidado en exclusiva de los hijos?, ¿por qué el feminismo mayoritario se muestra feroz con la custodia compartida de los hijos, si al tiempo asume que la única posibilidad de las mujeres, trabajadoras y madres, de tener espacios personales y profesionales es dejar de cargar en solitario con su cuidado y educación?
Es una estafa pedir en nombre del feminismo que solo las mujeres asuman el cuidado de los hijos
Somos una especie animal que, con los avances técnicos, ha podido modificar los roles que la naturaleza ha impuesto para la supervivencia y la reproducción, pues los riesgos de extinción nos vienen de otros peligros. Las encargadas en exclusiva de la reproducción, al tiempo que responsables de ancianos, enfermos y hombres, hemos ido adquiriendo otros roles y ocupando espacios de poder y decisión, al menos en los países mejor situados económicamente, pese a la brutal presión social y las tremendas discriminaciones. ¿Cómo vamos a permitir que tanto esfuerzo personal y colectivo se vea amenazado por corrientes de opinión que pretenden imponer nuevamente esta carga a las mujeres? ¿Cómo vamos a asumir en solitario la difícil y durísima tarea de cuidar de unos hijos en unas sociedades complejas que exigen unas generaciones con un elevado nivel de formación técnica y personal, al tiempo que trabajamos fuera?
Lo que proponen esos grupos de presión es apoderar a las mujeres practicando una inicial expoliación al padre de sus hijos, pues apropiándose de estos se consigue de inmediato todo el pack (hijos, vivienda, pensión). Pero ese es un regalo envenenado para nosotras por varias razones. Dedicarnos en solitario a la educación y cuidado de los hijos limita brutalmente nuestro desarrollo profesional, relegándonos a niveles que no exigen tanta dedicación, lo cual irremediablemente se traduce en salarios menores. Si ejercemos nuestra función como educadoras con responsabilidad corremos el riesgo de ser las únicas malvadas que imponen hábitos y obligaciones, y si lo hacemos de modo irresponsable nos encontramos en poco tiempo con unos hijos asilvestrados e intolerantes a la más mínima frustración, que no dudan en acudir a la violencia, física o psíquica si no ven colmados sus crecientes deseos. Cuando los pequeños monstruos se emancipan, el propietario de la mitad de la vivienda de la que fue expulsado no duda en reclamarla, ya que en muchas ocasiones se vio obligado a regresar a su hogar materno, y en ese momento, cuando las mujeres tienen edades que rondan los 60 años, con escasos ingresos, no pueden adquirir la mitad de la vivienda, con riesgo de ser expulsadas.
El final del expolio inicial puede ser el que las mujeres se queden sin nada: sin profesión, porque no nos hemos dedicado a ella; sin espacios personales, al no disponer de tiempo, fuente de desequilibrios y frustraciones; sin casa; y sin unos hijos que, además, pueden formular serios reproches culpabilizando a las madres del alejamiento paterno, lo cual es fuente de conflicto y sufrimiento, al haberse quedado huérfanos con padres vivos, con un duelo que no se acaba.
El modelo que se propone con la custodia compartida es que en aquellos supuestos, minoritarios pero crecientes, en los que el padre quiere participar en la corresponsabilidad tantas veces exigida a los hombres, no solo no deben ponerse obstáculos, sino que se debe favorecer. Eso es lo mejor para los hijos, pues tienen unos progenitores que, cada uno según su criterio, hacen carreras de relevo en su agotador cuidado, y son educados en la pluralidad y en el respeto a las diferentes maneras de leer el mundo, completadas sin duda con la escuela, los amigos, las familias amplias, con Internet y la televisión. La custodia compartida no libera al progenitor con más ingresos de hacerse cargo de la mayor parte de los gastos. Por el contrario, potencia la voluntad de contribuir más porque se mantiene el contacto y afecto con los hijos, y aleja la tentación de aparentar inexistentes insolvencias, en un país con un importante nivel de economía sumergida y ahora en crisis.
A los hijos no se les puede imponer un modelo monoparental que les perjudica, cuando tienen padre y madre que quieren y pueden responsabilizarse de ellos. Y es precisa una jurisdicción especializada en familia, tantas veces reclamada, que de un modo eficaz intervenga y haga difícil la utilización de los hijos como armas en unos conflictos de los que siempre deben ser alejados si queremos construir una sociedad en igualdad, paz y progreso.
María Sanahuja Buenaventura, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona, es miembro de Jueces para la Democracia y de Otras Voces Feministas.
domingo, 13 de junio de 2010
Violencia y género: el dolor que nunca cesa
Violencia y género: el dolor que nunca cesa
José Luís Barreiro
La Voz de Galicia
Jueves 10 de junio de 2010
A Bibiana Aído no le queda más remedio que insistir en que tenemos la mejor ley integral contra la violencia machista, y que cualquier rectificación en el modelo sería una catástrofe. Pero los cuatro años transcurridos desde que la ley se aprobó se empeñan en decir lo contrario, y que, mientras las mujeres siguen muriendo con implacable cadencia, los efectos derivados de la tosquedad procesal con la que se trata la violencia doméstica obligan a cuestionarse hasta qué punto es sostenible y positivo el extremismo discriminatorio que rige en esta materia.
Contradecir el tópico discurso que sirve de ungüento para tan dolorosa quemadura sigue siendo imposible. Porque, al igual que en tantas otras cosas, se ha llegado a la conclusión de que discutir es justificar, que los argumentos contra ciertos dogmas son un incentivo para el maltratador, y que, frente a un tema de tanta envergadura, quiebra cualquier debate sobre las garantías judiciales y sobre las causas que originan el penoso estado de cosas en el que nos encontramos. Lo único que se admite es que la ley no es una panacea, y que a base de normas no se paran los asesinos. Pero no se reconoce que hace cuatro años se vendió la idea de un corte radical con una historia maldita que hoy representa una enorme frustración.
Las contundentes cifras de este año, que el doble crimen de Salt acaba de poner de actualidad, vienen a decir que el camino emprendido no es el correcto. Pero todo el sistema mediático que protege el pensamiento único ya empezó a funcionar para que nadie reconozca un error, para que todo el mundo pida paciencia, para que la culpa recaiga en la escasez de medios, y para que, no pudiendo medir el éxito en función de las muertes evitadas, se mida en relación con las denuncias presentadas, los destierros decretados y las pulseras implantadas.
La desviación que rige el modelo es que una sociedad justa e idílica, como la nuestra, está entreverada por cuatro malvados que disfrutan matando y suicidándose, y que por eso hay que plantear la cosa como una cacería de serpientes venenosas a las que hay que ganarle la maniobra -de forma civilizada- antes de que nos piquen. Pero yo creo que no es así, y que, al margen del cupo de locos y asesinos que nos toca por millón de habitantes, tenemos graves fallos estructurales y mal diagnosticados que alimentan esta ola de sangre que nos ahoga. La vigente ley, que no ha erradicado ninguna de las causas del problema, está agravando ciertos desajustes. Y, aunque lo que se tiene por correcto es decir que todo va de maravilla y por la senda prevista, las mujeres siguen muriendo como antes, en medio de un desorden moral y jurídico que nadie quiere analizar, ni reponer.
José Luís Barreiro
La Voz de Galicia
Jueves 10 de junio de 2010
A Bibiana Aído no le queda más remedio que insistir en que tenemos la mejor ley integral contra la violencia machista, y que cualquier rectificación en el modelo sería una catástrofe. Pero los cuatro años transcurridos desde que la ley se aprobó se empeñan en decir lo contrario, y que, mientras las mujeres siguen muriendo con implacable cadencia, los efectos derivados de la tosquedad procesal con la que se trata la violencia doméstica obligan a cuestionarse hasta qué punto es sostenible y positivo el extremismo discriminatorio que rige en esta materia.
Contradecir el tópico discurso que sirve de ungüento para tan dolorosa quemadura sigue siendo imposible. Porque, al igual que en tantas otras cosas, se ha llegado a la conclusión de que discutir es justificar, que los argumentos contra ciertos dogmas son un incentivo para el maltratador, y que, frente a un tema de tanta envergadura, quiebra cualquier debate sobre las garantías judiciales y sobre las causas que originan el penoso estado de cosas en el que nos encontramos. Lo único que se admite es que la ley no es una panacea, y que a base de normas no se paran los asesinos. Pero no se reconoce que hace cuatro años se vendió la idea de un corte radical con una historia maldita que hoy representa una enorme frustración.
Las contundentes cifras de este año, que el doble crimen de Salt acaba de poner de actualidad, vienen a decir que el camino emprendido no es el correcto. Pero todo el sistema mediático que protege el pensamiento único ya empezó a funcionar para que nadie reconozca un error, para que todo el mundo pida paciencia, para que la culpa recaiga en la escasez de medios, y para que, no pudiendo medir el éxito en función de las muertes evitadas, se mida en relación con las denuncias presentadas, los destierros decretados y las pulseras implantadas.
La desviación que rige el modelo es que una sociedad justa e idílica, como la nuestra, está entreverada por cuatro malvados que disfrutan matando y suicidándose, y que por eso hay que plantear la cosa como una cacería de serpientes venenosas a las que hay que ganarle la maniobra -de forma civilizada- antes de que nos piquen. Pero yo creo que no es así, y que, al margen del cupo de locos y asesinos que nos toca por millón de habitantes, tenemos graves fallos estructurales y mal diagnosticados que alimentan esta ola de sangre que nos ahoga. La vigente ley, que no ha erradicado ninguna de las causas del problema, está agravando ciertos desajustes. Y, aunque lo que se tiene por correcto es decir que todo va de maravilla y por la senda prevista, las mujeres siguen muriendo como antes, en medio de un desorden moral y jurídico que nadie quiere analizar, ni reponer.
Etiquetas:
feminismo,
machismo,
violencia de género
viernes, 11 de junio de 2010
RESPUESTA A HENRY.LEVY / GAZA
ELPAIS
RAQUEL MARTÍ (Directora ejecutiva del Comité Español de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA)) 11/06/2010
Escribo en respuesta al artículo de Bernard- Henri Lévy publicado en EL PAÍS el 8 de junio. UNRWA es una institución humanitaria y, por tanto, no se pronuncia sobre los detalles del ataque a la flotilla de ayuda a Gaza que se afirman en ese artículo. El Consejo de Seguridad de la ONU ha reclamado, sin embargo, una investigación inmediata, independiente y que cumpla la normativa internacional.
En cuanto a los aspectos humanitarios reseñados en el artículo, quisiera desmentir que el bloqueo impuesto por Israel sobre la franja de Gaza concierna únicamente a las armas, como sostiene Bernard- Henri Lévy. Por el contrario, el bloqueo se aplica a una amplia lista de suministros que incluye el material humanitario.
Con anterioridad al inicio del bloqueo (junio de 2007) la media semanal de camiones con mercancías que entraban en Gaza era de 2.807, mientras que en la actualidad se permite únicamente la entrada de una media semanal de 500. Además, Israel solo autoriza la entrada del 35% del combustible industrial requerido para el funcionamiento de la central eléctrica de Gaza, así como el 53% del gas necesario para cocinar. Por otro lado, solo se ha permitido introducir un volumen reducido de materiales de construcción a pesar de la masiva destrucción causada por el bombardeo israelí de hace ya más de un año. La prohibición de entrada de materiales de construcción afecta igualmente a las Naciones Unidas y a las infraestructuras que destina a la población refugiada de Palestina.
En la conferencia de Sharm el Sheij después de la Operación Plomo Fundido, la comunidad internacional comprometió 4.500 millones de dólares para reconstruir la franja. El bloqueo de Israel está impidiendo cumplir con la voluntad expresada por la comunidad internacional.
Como consecuencia del bloqueo y según las estadísticas de la ONU, más del 70% de la población padece inseguridad alimentaria, más del 40% está desempleada y el 80% depende de la ayuda internacional. Tres cuartas partes de los edificios destruidos durante la ofensiva israelí del año pasado continúan en ruinas debido a la prohibición de introducir materiales de construcción.
El bloqueo es ilegal y contraproducente y solo puede fortalecer el extremismo. Si el autor está tan preocupado por el destino de Israel, debería de abordar la cuestión de cómo sirve a los intereses de Israel tener a 1,5 millones de personas bloqueadas, privadas de libertad y frustradas a tan corta distancia.
RAQUEL MARTÍ (Directora ejecutiva del Comité Español de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA)) 11/06/2010
Escribo en respuesta al artículo de Bernard- Henri Lévy publicado en EL PAÍS el 8 de junio. UNRWA es una institución humanitaria y, por tanto, no se pronuncia sobre los detalles del ataque a la flotilla de ayuda a Gaza que se afirman en ese artículo. El Consejo de Seguridad de la ONU ha reclamado, sin embargo, una investigación inmediata, independiente y que cumpla la normativa internacional.
En cuanto a los aspectos humanitarios reseñados en el artículo, quisiera desmentir que el bloqueo impuesto por Israel sobre la franja de Gaza concierna únicamente a las armas, como sostiene Bernard- Henri Lévy. Por el contrario, el bloqueo se aplica a una amplia lista de suministros que incluye el material humanitario.
Con anterioridad al inicio del bloqueo (junio de 2007) la media semanal de camiones con mercancías que entraban en Gaza era de 2.807, mientras que en la actualidad se permite únicamente la entrada de una media semanal de 500. Además, Israel solo autoriza la entrada del 35% del combustible industrial requerido para el funcionamiento de la central eléctrica de Gaza, así como el 53% del gas necesario para cocinar. Por otro lado, solo se ha permitido introducir un volumen reducido de materiales de construcción a pesar de la masiva destrucción causada por el bombardeo israelí de hace ya más de un año. La prohibición de entrada de materiales de construcción afecta igualmente a las Naciones Unidas y a las infraestructuras que destina a la población refugiada de Palestina.
En la conferencia de Sharm el Sheij después de la Operación Plomo Fundido, la comunidad internacional comprometió 4.500 millones de dólares para reconstruir la franja. El bloqueo de Israel está impidiendo cumplir con la voluntad expresada por la comunidad internacional.
Como consecuencia del bloqueo y según las estadísticas de la ONU, más del 70% de la población padece inseguridad alimentaria, más del 40% está desempleada y el 80% depende de la ayuda internacional. Tres cuartas partes de los edificios destruidos durante la ofensiva israelí del año pasado continúan en ruinas debido a la prohibición de introducir materiales de construcción.
El bloqueo es ilegal y contraproducente y solo puede fortalecer el extremismo. Si el autor está tan preocupado por el destino de Israel, debería de abordar la cuestión de cómo sirve a los intereses de Israel tener a 1,5 millones de personas bloqueadas, privadas de libertad y frustradas a tan corta distancia.
HöRE, ISRAEL, Erich Fried
Höre, Israel
Cuando fuimos perseguidos
fui uno de vosotros,
¿cómo seguir siendo
cuando sois perseguidores?
Anhelo vuestro fue
ser como los pueblos
que os asesinaban.
¡Ya sois como ellos!
Habéis sobrevivido
a quienes os torturaban.
¿No pervive hoy
su tortura en vosotros?
Erich Fried - Poeta austriaco y judío, Premio Nacional Austriaco de Poesía y conocedor de la represión del nazismo: su padre fue asesinado por la Gestapo
libreXpresion.org
Cuando fuimos perseguidos
fui uno de vosotros,
¿cómo seguir siendo
cuando sois perseguidores?
Anhelo vuestro fue
ser como los pueblos
que os asesinaban.
¡Ya sois como ellos!
Habéis sobrevivido
a quienes os torturaban.
¿No pervive hoy
su tortura en vosotros?
Erich Fried - Poeta austriaco y judío, Premio Nacional Austriaco de Poesía y conocedor de la represión del nazismo: su padre fue asesinado por la Gestapo
libreXpresion.org
martes, 8 de junio de 2010
HELEN THOMAS: BOUTADE DE DESPEDIDA
Texto: EL PAÍS 8 junio 2010
La decana de los corresponsales de la Casa Blanca acaba de anunciar que se retira y no del modo que hubiera planeado. A los 89 años de edad, Helen Thomas ha sido víctima de sus propios y casi siempre mordaces comentarios y se ha visto forzada a abandonar el privilegiado sitio en la sala de prensa de la Casa Blanca que ha ocupado durante más de medio siglo.
Thomas, hasta hace pocas horas en nómina de Hearst Newspapers como columnista, hizo el pasado 27 de mayo unas declaraciones que le han reportado una dura crítica y su abandono del periodismo. Durante la celebración del Mes de la Herencia Judía, una página web llamada RabbiLIVE.com entrevistó brevemente a la periodista a la salida de una rueda de prensa en la Casa Blanca.
"¿Algún comentario sobre Israel?", preguntó el reportero. "Dígales que se larguen de Palestina", respondió la venerable Thomas. "¿Algún mejor comentario sobre Israel?", insistió el entrevistador. Thomas explicó entonces la tesis que mantenía su comentario: "Recuerde, esta gente [los palestinos] están siendo ocupados en su propia tierra. No es la tierra ni de los alemanes ni de los polacos".
Hasta aquí, las palabras de Thomas ya eran suficientemente incendiarias. Pero es que insistió cuando se le cuestionó sobre dónde deberían de ir entonces los judíos que están en Israel. "Que se vayan a su casa", lo que en opinión de la periodista es "Polonia, Alemania ... América u otro sitio".
Hija de inmigrantes libaneses, Helen Thomas cubrió la Casa Blanca durante más de 50 años para la agencia de prensa United Press International (UPI).
jueves, 3 de junio de 2010
SI YO FUERA FUMADOR / Vicente Molina Foix
EL PAÍS
Si yo fuera fumador
VICENTE MOLINA FOIX 03/06/2010
No he fumado ni un solo cigarrillo en mi vida, una vida pasada desde la infancia entre fumadores, algunos de ellos orgullosos de serlo, es decir, no pertenecientes a ese grupo mayoritario de quienes, al ofrecerte uno y rechazarlo tú diciendo que no fumas, te dicen en serio, con una leve sonrisa de añoranza: "Pues no sabes la suerte que tienes, chico". Como soy de naturaleza hedonista, para bien y para mal, siempre he pensado que el pobre soy yo por privarme, pues no me cabe duda de que el tabaquismo es el ismo más contundente, más comprensible y más democrático de la historia de las vanguardias del placer.
Contemplo estupefacto los torpes preparativos por parte del Gobierno de una nueva ley antitabaco
Como al que más, me molesta tener que tragarme a la fuerza el humo de los desconocidos en los lugares públicos, sobre todo si me lo echan en la cara, pero contemplo estupefacto los torpes preparativos de una nueva ley antitabaco que el Gobierno de Zapatero, con su conocida política general de declaraciones vibrantes y rectificaciones vergonzantes, vuelve a anunciar. Al igual que en otros asuntos donde confluyen la salud pública y el derecho privado, me parece indignante que al fumador, hoy por hoy todavía un sujeto que vive en la legalidad, se le degrade socialmente, se le aísle y se le confine, mientras se le intimida con cajetillas truculentas que recuerdan las estampitas de Pedro Botero rodeado de niños disolutos quemándose en el infierno con las que los curas y monjas querían infundirnos la aversión al pecado. Ya se saben los resultados de aquellas campañas de profilaxis moral: los pecados de la carne están que arden, cada día más, y la tendencia progresista universal es que cualquier acto placentero que se practique sin coacción ni abuso es aceptable -por atípico o extremo que resulte-, quedando la consideración de su posible daño individual al criterio de cada persona.
Ahora bien, creo que el fumador español ha caído en un vicio peor que el de encender compulsivamente sus cigarrillos y aspirar su humo. No ha entendido lo fácil que sería un pacto social entre él, directamente, y el no fumador, que hiciera innecesario, e incluso ridículo, el arbitrismo avasallador de la nueva ley preparada por la ministra Jiménez. Ese pacto tan sólo tendría que tomar en cuenta que una tendencia salutífera mundial -con la que se puede o no estar de acuerdo- ha puesto de relieve en los últimos años la evidente injusticia histórica de que el fumador, antes, pudiera fumar en todas partes a su antojo sin reparar en los que no lo hacían. El asumido respeto de unas mínimas normas de educación cortés, de atención al otro, de auto-control cívico, debería facultar a los fumadores a exigir una similar tolerancia con ellos.
Así que si yo fuera fumador, me levantaría en armas dialécticas contra una ley desproporcionada que pretende no la regulación de una molestia, sino la eliminación de un hábito, convirtiendo al que lo ha adquirido libremente en un paria de la sociedad.
Pero también, si yo fuera fumador, huiría como de la peste del romanticismo literario del hecho de fumar, que me parece superfluo y puede llegar a cursi. Igual de cursi que el de esos activistas de la igualdad sexual que para dorar la píldora de algo tan natural como la homosexualidad se sienten obligados a citar a las grandes autoridades que lo fueron: Sócrates, Safo, Miguel Ángel, Tchaikovski, Virginia Woolf. El sistema de prelaciones ha de ser irrelevante a la hora de exigir que a todo ser humano no forzado se le deje hacer aquello que desea: acostarse con la gente de su mismo sexo, beber hasta no decir basta (otro campo donde los aficionados a las listas de ilustres predecesores tienen el cielo abierto), practicar los juegos de azar y, por supuesto, fumar.
Si yo fuera fumador y viajero habría luchado (¿es hoy ya demasiado tarde, dada la inercia de los códigos de buenas prácticas?) por el mantenimiento en los medios de transporte que permiten una separación efectiva de espacios donde fumar. El tren. Es típico del bondadoso maximalismo de los dirigentes, no solo españoles, haber pasado radicalmente de un tiempo en que se fumaba en todas partes a no dejar que el viajero que hacomprado su billete al mismo precio no pueda echar ni un pitillo en ningún lugar de un largo convoy ferroviario que a veces hace trayectos largos.
Si yo fuera fumador, me rebelaría y trataría de boicotear los hoteles que prohíben ya prácticamente del todo fumar en cualquier habitación, por cara que esta sea. Me impresionó la anécdota, sucedida hace poco, de la visita de un reputado escritor español a París, donde su editorial francesa le hospedaba en un hotel de cinco estrellas al que acudió a verle una amiga común. Al preguntar ella por el huésped, el recepcionista, con un mohín desdeñoso, le indicó un número de habitación del último piso, para el que había que tomar un ascensor pequeño y de poca luz situado en un recodo del hall. Al llegar a lo alto, una especie de gallinero sin el alfombrado por el que es famoso el hotel, la amiga comprobó que el escritor ocupaba un habitáculo más bien lóbrego en el que la recibió, eso sí, cigarrillo en mano.
Si yo fuera, finalmente, fumador madrileño, habría sido más cuco, no dejándome engatusar por la demagogia barata de Esperanza Aguirre, que burló la anterior ley Salgado, dejando fumar de manera indiscriminada en la inmensa mayoría de los sitios de ocio de la comunidad que preside, sin que los fumadores, al menos los de izquierda, objetaran.
No está aún probado que el tabaco sea una religión, en cuyo caso sería la creencia más extendida del mundo. Escribo esto desde mi condición de ateo de todos los credos y de todas las nicotinas, incluso la más baja.
No me mueve a escribir la caridad, sino la razón. Libertad de ritos. De eso se habla ahora, también desde una conciencia avanzada, y es una libertad a considerar, por mucho que implique a menudo el convertirnos a los laicos en víctimas pasivas de sus emanaciones dogmáticas.
A los practicantes sobrenaturales se les permite, incluso en un Estado no-confesional, echar campanas al vuelo, llamar chillonamente a la oración, hacer procesiones o rogativas al santo (puro humo para quienes no creemos en milagros), mientras que todos los días, cuando bajo a comprar la prensa, veo junto al portal a un puñado de oficinistas de mi edificio practicando vergonzantemente, en mangas de camisa incluso si hace frío, el rito infame del cigarrillo de media mañana, que sabe a gloria, según parece.
No puedo impedir que me venga entonces a la cabeza la imagen de los primeros cristianos apiñados para rezar en las catacumbas. El daño del tabaco. Eso sí está probado, y ningún fumador lo ignora.
Dejémosle su libre albedrío, su derecho humano al placer peligroso, sólo atentos a que su ismo, su religión o su vicio no perjudiquen la salud terrenal de los que están a su alrededor, frase que veo impresa en la cajetilla de un amigo que acaba de encender su Fortuna en mi salón.
Vicente Molina Foix es escritor.
Si yo fuera fumador
VICENTE MOLINA FOIX 03/06/2010
No he fumado ni un solo cigarrillo en mi vida, una vida pasada desde la infancia entre fumadores, algunos de ellos orgullosos de serlo, es decir, no pertenecientes a ese grupo mayoritario de quienes, al ofrecerte uno y rechazarlo tú diciendo que no fumas, te dicen en serio, con una leve sonrisa de añoranza: "Pues no sabes la suerte que tienes, chico". Como soy de naturaleza hedonista, para bien y para mal, siempre he pensado que el pobre soy yo por privarme, pues no me cabe duda de que el tabaquismo es el ismo más contundente, más comprensible y más democrático de la historia de las vanguardias del placer.
Contemplo estupefacto los torpes preparativos por parte del Gobierno de una nueva ley antitabaco
Como al que más, me molesta tener que tragarme a la fuerza el humo de los desconocidos en los lugares públicos, sobre todo si me lo echan en la cara, pero contemplo estupefacto los torpes preparativos de una nueva ley antitabaco que el Gobierno de Zapatero, con su conocida política general de declaraciones vibrantes y rectificaciones vergonzantes, vuelve a anunciar. Al igual que en otros asuntos donde confluyen la salud pública y el derecho privado, me parece indignante que al fumador, hoy por hoy todavía un sujeto que vive en la legalidad, se le degrade socialmente, se le aísle y se le confine, mientras se le intimida con cajetillas truculentas que recuerdan las estampitas de Pedro Botero rodeado de niños disolutos quemándose en el infierno con las que los curas y monjas querían infundirnos la aversión al pecado. Ya se saben los resultados de aquellas campañas de profilaxis moral: los pecados de la carne están que arden, cada día más, y la tendencia progresista universal es que cualquier acto placentero que se practique sin coacción ni abuso es aceptable -por atípico o extremo que resulte-, quedando la consideración de su posible daño individual al criterio de cada persona.
Ahora bien, creo que el fumador español ha caído en un vicio peor que el de encender compulsivamente sus cigarrillos y aspirar su humo. No ha entendido lo fácil que sería un pacto social entre él, directamente, y el no fumador, que hiciera innecesario, e incluso ridículo, el arbitrismo avasallador de la nueva ley preparada por la ministra Jiménez. Ese pacto tan sólo tendría que tomar en cuenta que una tendencia salutífera mundial -con la que se puede o no estar de acuerdo- ha puesto de relieve en los últimos años la evidente injusticia histórica de que el fumador, antes, pudiera fumar en todas partes a su antojo sin reparar en los que no lo hacían. El asumido respeto de unas mínimas normas de educación cortés, de atención al otro, de auto-control cívico, debería facultar a los fumadores a exigir una similar tolerancia con ellos.
Así que si yo fuera fumador, me levantaría en armas dialécticas contra una ley desproporcionada que pretende no la regulación de una molestia, sino la eliminación de un hábito, convirtiendo al que lo ha adquirido libremente en un paria de la sociedad.
Pero también, si yo fuera fumador, huiría como de la peste del romanticismo literario del hecho de fumar, que me parece superfluo y puede llegar a cursi. Igual de cursi que el de esos activistas de la igualdad sexual que para dorar la píldora de algo tan natural como la homosexualidad se sienten obligados a citar a las grandes autoridades que lo fueron: Sócrates, Safo, Miguel Ángel, Tchaikovski, Virginia Woolf. El sistema de prelaciones ha de ser irrelevante a la hora de exigir que a todo ser humano no forzado se le deje hacer aquello que desea: acostarse con la gente de su mismo sexo, beber hasta no decir basta (otro campo donde los aficionados a las listas de ilustres predecesores tienen el cielo abierto), practicar los juegos de azar y, por supuesto, fumar.
Si yo fuera fumador y viajero habría luchado (¿es hoy ya demasiado tarde, dada la inercia de los códigos de buenas prácticas?) por el mantenimiento en los medios de transporte que permiten una separación efectiva de espacios donde fumar. El tren. Es típico del bondadoso maximalismo de los dirigentes, no solo españoles, haber pasado radicalmente de un tiempo en que se fumaba en todas partes a no dejar que el viajero que hacomprado su billete al mismo precio no pueda echar ni un pitillo en ningún lugar de un largo convoy ferroviario que a veces hace trayectos largos.
Si yo fuera fumador, me rebelaría y trataría de boicotear los hoteles que prohíben ya prácticamente del todo fumar en cualquier habitación, por cara que esta sea. Me impresionó la anécdota, sucedida hace poco, de la visita de un reputado escritor español a París, donde su editorial francesa le hospedaba en un hotel de cinco estrellas al que acudió a verle una amiga común. Al preguntar ella por el huésped, el recepcionista, con un mohín desdeñoso, le indicó un número de habitación del último piso, para el que había que tomar un ascensor pequeño y de poca luz situado en un recodo del hall. Al llegar a lo alto, una especie de gallinero sin el alfombrado por el que es famoso el hotel, la amiga comprobó que el escritor ocupaba un habitáculo más bien lóbrego en el que la recibió, eso sí, cigarrillo en mano.
Si yo fuera, finalmente, fumador madrileño, habría sido más cuco, no dejándome engatusar por la demagogia barata de Esperanza Aguirre, que burló la anterior ley Salgado, dejando fumar de manera indiscriminada en la inmensa mayoría de los sitios de ocio de la comunidad que preside, sin que los fumadores, al menos los de izquierda, objetaran.
No está aún probado que el tabaco sea una religión, en cuyo caso sería la creencia más extendida del mundo. Escribo esto desde mi condición de ateo de todos los credos y de todas las nicotinas, incluso la más baja.
No me mueve a escribir la caridad, sino la razón. Libertad de ritos. De eso se habla ahora, también desde una conciencia avanzada, y es una libertad a considerar, por mucho que implique a menudo el convertirnos a los laicos en víctimas pasivas de sus emanaciones dogmáticas.
A los practicantes sobrenaturales se les permite, incluso en un Estado no-confesional, echar campanas al vuelo, llamar chillonamente a la oración, hacer procesiones o rogativas al santo (puro humo para quienes no creemos en milagros), mientras que todos los días, cuando bajo a comprar la prensa, veo junto al portal a un puñado de oficinistas de mi edificio practicando vergonzantemente, en mangas de camisa incluso si hace frío, el rito infame del cigarrillo de media mañana, que sabe a gloria, según parece.
No puedo impedir que me venga entonces a la cabeza la imagen de los primeros cristianos apiñados para rezar en las catacumbas. El daño del tabaco. Eso sí está probado, y ningún fumador lo ignora.
Dejémosle su libre albedrío, su derecho humano al placer peligroso, sólo atentos a que su ismo, su religión o su vicio no perjudiquen la salud terrenal de los que están a su alrededor, frase que veo impresa en la cajetilla de un amigo que acaba de encender su Fortuna en mi salón.
Vicente Molina Foix es escritor.
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