miércoles, 16 de marzo de 2011

ARCADI ESPADA / MACHO 5D // marzo 12, 2011 El Mundo


Querido J:

Esta semana hemos celebrado, y yo el primero, el Día de la Mujer. Todos los periódicos traían el aire un poco patético del “Diario Femenino” de Sebastián Auger, aquel mánager que vivió y murió demasiado solo. Un poco por la celebración y un mucho por el interés y el trabajo del lector Mendiguchia, que puso en mi buzón los materiales, voy a escribirte sobre los hombres y sus enfermedades. El soporte vital es un comité creado por el presidente Obama para el estudio del macho (White House Council on Boys to Men) que dirige Warren Farrell. Yo no tenía hasta ahora la menor noticia de este Farrell, cuya fama de investigador masculinista es notoria. Sus estudios parecen sólidos, aunque tocados por un irritante espiritualismo. En cualquier caso, los datos que maneja ese comité valen por cualquiera de esas mamarrachadas poéticas que desde nuestro Ferreri y su “Ciao Mascio” afloran cíclicamente. Voy a resumírtelos.

Hay cinco áreas de la vida social donde el varón está en riesgo. La primera es la educación. Ya es casi un lugar común que las calificaciones académicas de los muchachos han ido descendiendo de modo paulatino. Que los varones puntúan por debajo de las muchachas en motivación, capacidad de concentración y en lectura y escritura. Pero es que los datos americanos de la enseñanza superior son contundentes: los varones licenciados han pasado del 61 al 39 por ciento. Entre negros y latinos la brecha de sexos es aún superior. Y toma nota especial de este dato: el negro que abandona sus estudios tiene un 60 por ciento de posibilidades de acabar en la cárcel.

Vamos ahora a lo que el comité llama la salud emocional. Entre los 20 y los 24 años la tasa de suicidios es cinco veces superior a la femenina. Y no hablemos de lo que pasa al otro extremo de la edad. La tasa de suicidios masculinos supera a la de las mujeres en un 1.300 por cien. El poder masculino es incontestable en las 5 D: depresión, drinking, drogas, desobediencia y delincuencia.

En Estados Unidos uno de cada tres niños vive en hogares donde el padre está ausente. Los excesos son devastadores y, al parecer, mucho más letales sobre varones que sobre mujeres. La ausencia del padre se vincula con fuerza estadística a la incorporación de los jóvenes varones al crimen. Para paliar la situación, los investigadores creen esencial que el hombre se implique mucho más en los procesos de divorcio, que con mucha frecuencia suponen para los hijos la pérdida del progenitor masculino. Esta ausencia del padre no se compensa tampoco en la escuela, debido al predominio de las maestras. De ahí que se insista en la necesidad de ampliar el número de enseñantes masculinos.

Las mujeres viven más que los hombres por causas probablemente biológicas. Pero respecto a las diferencias en la esperanza de vida hay también razones culturales. En 1920 la brecha entre uno y otro sexo era de un año. Hoy es de cinco. Y entre las 10 causas más comunes de muerte, los hombres mueren antes que las mujeres en 9.

El trabajo es la última área examinada: uno de cada cinco hombres en edades comprendidas entre los 25 y 54 años no trabaja. La mitad de los afroamericanos entre los 20 y los 24 años están en paro. Los sectores donde parece arraigar el futuro crecimiento laboral (salud, educación) están siendo ocupados por mujeres y los que ocupaban a los muchachos con escasa formación (agricultura, industria y construcción) han entrado en declive. En estos datos hay que incrustar una estadística casi pavorosa: el 92 por ciento de las muertes en accidente laboral son masculinas. La estadística permite aproximarse a una de las tesis fuertes de Farrell. Y es que las diferencias salariales entre hombres y mujeres no siempre son injustificadas. Los hombres suelen desempeñar los trabajos más duros, peligrosos e incómodos.

De las conclusiones del informe te invito a leer este párrafo sobre lo que significa ser hombre: “En el pasado educamos a nuestros hijos en la convicción de que serían “verdaderos hombres” si lo que hacían favorecía a nuestra sociedad, desde arriesgar la vida en las guerras a realizar grandes construcciones como el ferrocarril. Les llamábamos héroes por poner sus vidas a disposición de la sociedad, pero este enaltecimiento resultó pernicioso para nuestros hijos. El hombre se convirtió en el género desechable”.

Sí, el “verdadero hombre” construyó el ferrocarril. Y exterminó a los sioux. Es tan verdad que arriesgó su vida en guerras por la libertad como que construyó las alambradas de Auschwitz. Los verdaderos hombres, como las “verdaderas naciones” dan para mucho. Lo que es, sin embargo, un escándalo es que haya lugares donde las “políticas de igualdad” ignoren datos tan irrevocables como los que te he transcrito. En América el comité por los hombres se ha creado después de uno similar dedicado a las mujeres. Hay una voluntad explícita, por lo tanto, de desarrollar políticas de igualdad veraces y de reconocer que hay enfermedades sociales que afectan de modo diferente a los dos sexos. No será necesario que me extienda respecto a la situación española, donde la política de igualdad dirigida por el presidente Zapatero no sólo ignora a los hombres, sino que los agrede, incluso por ley.

Hasta aquí la política. Nada razonable puede oponerse a la actividad del comité Warren y los limpios propósitos de la administración Obama.

Sin embargo sabes que te escribo siempre en confianza. Y no sería honrado decirte cuánto me incomodan estos derroteros. Tengo poco que oponer a la posibilidad de que el varón haya sido un accidente evolutivo y que su tiempo esté pasando. No es descartable que las mujeres ofrezcan una mejor adaptación al medio (¡siempre nos quedará el orgullo viril de que “adaptadas” no quiere decir “mejores”!) y que en estrictos términos darwinistas de ellas vaya a ser el futuro. Puede que la Humanidad bisexuada pertenezca a la infancia del cosmos y suponga, llegados a nuestro tiempo, un inaceptable derroche evolutivo. Por otro lado, cuando una especie es ya capaz de crear vida en un laboratorio, o al menos es capaz de alterar decisivamente sus patrones, es lícito plantearse si la evolución no habrá terminado. Sea por la razón que sea el acabamiento del varón no es algo que me inquiete especialmente. Por decirlo rápido: me provoca la misma descriptible inquietud que la desaparición de una lengua. Por el contrario lo que sería francamente desmoralizador es ver a mi sexo mendigando políticas de discriminación positiva y otros enchufes cualquiera a la corriente. Creo que no podría soportar esas noticias en el periódico. Mucho más con la falta de expectativas que se me abrirían tras declararme apátrida de mi sexo. ¿”Qué ser?, dijo Lenin.

El problema que tengo con el hombre de Farrell es su hombría.

Sigue con salud


A

jueves, 3 de marzo de 2011

ILAN PAPPÉ/ Israel: idéntica cartografía, geografía variable

EL PAÍS
03/03/2011
TRIBUNA: ILAN PAPPÉ

Israel: idéntica cartografía, geografía variable





Israel cree que el triunfo de las revoluciones de Túnez y de Egipto le supone una muy mala cosa. Que la televisión muestre a ciudadanos árabes educados y no islamistas,que en perfecto inglés exponen sus articuladas opiniones sobre la democracia sin recurrir a la retórica antioccidental, no puede serle, desde luego, sino una muy mala cosa. Y si además los ejércitos de esos dos países se abstienen de matar a tiros a los manifestantes, entonces... bueno, entonces la cosa se pone todavía peor, porque hace que su política de ocupación de Cisjordania y Gaza, además del apartheid ejercido sobre las poblaciones de esos territorios, se parezca demasiado a las políticas de los dictadores árabes.

En su primer, y hasta ahora único, mensaje sensato enviado por Netanyahu a sus ministros, les rogaba no comentar en público los acontecimientos que estan teniendo lugar en Egipto. Oyéndole se diría que, por un instante, Israel hubiera decidido cambiar su papel de vecino ocupante por el de simple visitante. Parece ser que hasta Netanyahu se sintió abochornado por los comentarios de Aviv Kochavi, general en jefe del Servicio de Inteligencia Militar. Y es que, hace apenas dos semanas, este dijo, nada menos que en la Kneset, que el régimen de Mubarak seguía siendo tan sólido y tan resistente como lo había sido siempre.

Pero Netanyahu tampoco pudo mantener la boca cerrada y, cuando la abrió, los demás le imitaron. Sus comentarios fueron de tal calibre que, a su lado, los redactores y presentadores de Fox News casi recuerdan a los pacifistas y hippies de los años sesenta.

El mensaje de Israel es muy simple: la revolución de Egipto -que es la que le pilla más cerca- es una revolución de tipo iraní promovida por Al Yazira y consentida estúpidamente por Barack Obama, que cada día se parece más a Jimmy Carter.

Encabezando la difusión de este "inteligente" análisis figuran los antiguos embajadores israelíes en Egipto, frustrados por haber tenido que pasar todo el tiempo de su mandato sin hacer prácticamente nada, encerrados en un apartamento cairota sin muchos lujos. Ahora, sin embargo, han entrado en erupción con la fuerza de un Etna imparable: "Lo que está sucediendo en Egipto es algo malo, pero que muy malo para todos los judíos", afirmaba Zvi Mazael en el Canal Uno de la televisión israelí el pasado 28 de enero.

En Israel, si alguien dice "malo para los judíos" los demás entienden enseguida que es malo para los israelíes y también, puesto que es malo para Israel, es malo para todos los judíos del mundo (y esto en contra de todas las evidencias en sentido contrario desde que se fundó el Estado de Israel).

Lo cierto es que lo verdaderamente malo para Israel son las comparaciones, porque, independientemente de cómo vaya a terminar todo esto, los acontecimientos actuales en el mundo árabe dejan al descubierto, como nunca antes, todas sus mentiras y falsas pretensiones.

Egipto ha estado viviendo una Intifada pacífica en la que laúnica violencia existente ha procedido de los más leales a Mubarak. Hasta ahora, el Ejército no ha disparado allí un tiro, pero, en cambio, el ministro del Interior, en los primeros siete días de protestas, se empleó a fondo para aplastar las manifestaciones, por lo que fue expulsado del Gobierno y será, con toda seguridad, llevado ante los tribunales.

Hoy sabemos que era solo una táctica destinada a ganar tiempo para que los manifestantes se fueran a casa. Pero es que algo así nunca ha sucedido en Israel, un país donde todos los generales que en su día ordenaron disparar contra los palestinos, o a los judíos contrarios a la ocupación, son los mismos que compiten ahora por el puesto de general en jefe. Uno de ellos, Fair Naveh, ordenó en 2008 acabar con cualquier palestino sospechoso, incluso en el caso de que no se resistiera al arresto. Ese hombre nunca irá a la cárcel, pero Anat Kamm, la joven periodista que descubrió estas órdenes, se enfrenta ahora a una condena de nueve años por pasárselas a Haaretz, que las hizo públicas. Resumiendo: ningún militar o político israelí pasará un solo día en la cárcel por haber ordenado a las tropas que disparen sobre manifestantes desarmados, civiles inocentes, mujeres, hombres y niños. Pero, claro, la luz que emanan los acontecimientos de Túnez o Egipto es tan fuerte que alcanza a iluminar perfectamente los más oscuros rincones de la "única democracia" de Oriente Próximo.

Así que, por supuesto, los árabes democráticos y no violentos (sean o no religiosos) no pueden ser sino algo "malo" para Israel. Aunque quizá este tipo de árabes ha estado ahí todo el rato y no solo en Egipto sino también en Palestina. En ese sentido, la insistencia de los especialistas israelíes en que el tratado de paz con Egipto está en peligro es solo una maniobra de distracción. Lo único que está en riesgo ahora es la pretensión de Israel de ser un islote occidental estable y civilizado, rodeado por un mar de fanáticos islamistas. Lo verdaderamente "malo" para Israel es que la cartografía siga siendo la misma, pero la geografía cambie, que siga siendo un islote, un islote de bárbaros y fanáticos rodeado por un mar de nuevos Estados igualitarios y democráticos.

Hace mucho tiempo que la imagen de Israel como Estado democrático se ha borrado de las mentes de una gran parte de la sociedad democrática occidental ¿Qué repercusiones podría tener este hecho en las especiales relaciones que mantiene con Estados Unidos? El tiempo lo dirá.

De momento las voces nacidas en la plaza Tahrir advierten que las falsas mitologías de la "única democracia de Oriente Medio", núcleo duro del fundamentalismo cristiano (mucho más siniestro y corrupto que el de los Hermanos Musulmanes), de la altamente rentable industria armamentística, del neo-conservadurismo y de las brutales maniobras de los lobbies, no podrán garantizar por siempre las relaciones especiales entre Israel y Estados Unidos. Incluso manteniéndose por algún tiempo, es probable que la ayuda del amigo americano no sea suficiente para mantener un Estado judío étnicamente racista en un mundo árabe en plena transformación.

Y, sí, después de todo, puede que a medio plazo estas buenas noticias no lo sean tanto para los judíos de Israel. Estar rodeados por gentes que dan la bienvenida a la libertad, la justicia social y espiritual, cuyos barcos surcarán las aguas, unas veces del mar en calma, otras de mar gruesa, de la tradición y la modernidad, el capitalismo agresivo y la supervivencia cotidiana, no será fácil.

Ahora, sin embargo, hay una mayor esperanza de que cambios parecidos puedan darse en Palestina. Y ello con el fin de que el siglo -ahora ya más de un siglo- de sionismo termine de una vez y se logre la reconciliación entre los palestinos víctimas de políticas criminales y la comunidad judía.

Una reconciliación que ha de ser justa -o no será-, construida sobre la base de su derecho al retorno, así como de los derechos humanos, sociales y políticos -hasta ahora negados-, por los que también el pueblo de Egipto ha luchado valientemente durante las semanas de enero en que el mundo concentró su mirada en la plaza de Tahrir.

Ilan Pappé es profesor de Historia y Director del Centro Europeo de Estudios sobre Palestina de la Universidad de Exeter. Out of Frame: The Struggle for Academic Freedom in Israel (Pluto Press 2010) es su último libro. Traducción de Pilar Salamanca.