martes, 28 de septiembre de 2010

MARC FUMAROLI / No llamemos arte al arte contemporáneo

ENTREVISTA: MARC FUMAROLI Pensador y ensayista

"No llamemos arte al arte contemporáneo"

J. M. MARTÍ FONT - Barcelona - 28/09/2010
 

El viejo polemista francés vuelve a la carga. Si hace 20 años fustigó con saña la 'grandeur' cultural de la V República, de Malraux a Jack Lang, su nuevo ensayo se las ve con lo que considera las grandes falacias culturales de nuestro tiempo
La historia no tiene un sentido determinado y el arte contemporáneo no merece ser llamado arte. Marc Fumaroli (Marsella, 1932) ha estado en Barcelona para presentar París-Nueva York- París. Viaje al mundo de las artes y de las imágenes (Acantilado), "un panfleto erudito", en palabras de su editor, en el que vuelve al eterno debate entre los antiguos y los modernos.

      "Me hace feliz estar contracorriente, incluso ser muy reaccionario" "Los del 68 son hoy capitalistas y controladores del sistema mediático"
      Pregunta. ¿Es usted reaccionario?
      Respuesta. ¿Reaccionario? Es verdad que me gusta mucho reaccionar y las gentes que reaccionan están muy vivas. Lo tomo en el sentido exacto del término. No creo que la historia tenga un sentido ni que tengamos que inclinarnos ante el sentido de la historia. La gente que me interesa son aquellos que van contracorriente. He conocido la época en la que todo el mundo marchaba en el sentido de la historia, que no era otro que el que se marcaba desde Moscú. Me hace feliz estar contracorriente e incluso ser muy reaccionario. Cierto, ahora hay que reaccionar contra otras cosas distintas a las del momento en el que la URSS era considerada en Francia como la promesa del futuro de la humanidad.

      P. Hay quien dice que Francia es un país soviético que ha tenido éxito.
      R. O que Francia es el último país del Este, sí, pero no hay que tomárselo en serio. Lo que sí es cierto es que nuestra modernidad es nuestro Estado, lo que desde el punto de vista anglosajón es una cosa extraña, pero ahora lo hemos sustituido por la sumisión servil a una imagen falsa que Europa se hace de Estados Unidos.

      P. Es usted especialmente crítico con el arte contemporáneo, con esta concepción del arte espectáculo...
      R. No solo del arte espectáculo, sino del arte negocio. Hay una nueva clase social que surge de la acumulación del dinero en una esfera extremadamente estrecha, pero mundial. Estos millonarios ya no quieren tener en casa un tiziano o un delacroix, sino signos exteriores de riqueza. Y eso es lo que les proporcionan las galerías que les ofrecen tiburones dentro de tanques de formol o juguetes sofisticados como los que produce Jeff Koons.

      P. ¿No cree que este arte pueda llegar a ser popular?
      R. A la gente le gustan otras cosas, el deporte, la música rock... No me parece mal. Lo que me resulta odioso es vender a esta gente, que no lo quiere y que tampoco se lo puede permitir, un arte reservado a la imagen de los famosos. La gente común va mucho más al museo del Louvre, a los museos de arte antiguo... Esos lugares convocan auténticas peregrinaciones.

      P. ¿En qué momento el arte toma esta deriva? ¿La culpa la tiene Marcel Duchamp?
      R. No, claro que no. ¡Pobre Duchamp! Era un snob francés muy elegante que jamás se hubiera encontrado con Warhol. Lo suyo era el privilegio de pequeños grupos muy exquisitos. Cuando el MOMA hizo la primera retrospectiva de Warhol, Duchamp devolvió la invitación, que no era sino la imagen de La Gioconda con bigotes, que él mismo había realizado. Consideró obsceno que aquel mal artista utilizara una imagen que él había inventado para hacerse su propia publicidad. Hay un mundo entre Duchamp y Warhol. La fórmula de Duchamp era: 'todo lo que se pone en un museo se convierte en obra de arte'. Warhol la utiliza en el sentido de que todo lo que hay en los supermercados puede entrar en museo y convertirse en obra de arte. Nunca Duchamp pensó esto.

      P. ¿La línea roja la marcaría el pop americano?
      R. Creo que ha influido mucho transportándonos a este universo que no está hecho para los europeos. Hay un punto común en el arte, la exigencia de una obra, y hemos entrado en un mundo en el que el arte no supone una obra, sino solo un concepto, una cosa efímera que durará un tiempo breve y que, momentáneamente excita un poco a los periodistas. Esta es la gran ruptura. No hay derecho a utilizar la palabra arte para lo que se llama el arte contemporáneo, no lo llamemos así; habrá que inventar otra palabra, tal vez entertainment para millonarios.

      P. Pero hay artistas que aún hacen arte...
      R. Sí, pero no tienen el favor de los medios de comunicación, ni de los museos. En España hay gente interesante, hay pintores notables. Si vuelve la pintura y la escultura, lo que sucederá, España estará en primera fila. Sartre dijo una vez: hay gente retrasada que está por delante.

      P. ¿No será usted sartriano?
      R. No, pero sucede que Sartre, de vez en cuando, dijo algunas verdades. Sartre es un fenómeno de la posguerra, un profesor que nunca debió ocupar el lugar que tuvo, pero la guerra y el hecho de que una buena parte de la intelligentsia francesa fuera colaboracionista le convirtió en una especie de vedette que nunca debió ser. Y él se volvió loco, a fuerza de creerse vedette. Personalmente -y no soy el único-, nunca consideré que Sartre fuera un maître à penser.

      P. Tampoco parece tener usted muchas simpatías por el Mayo del 68.
      R. El único aspecto simpático de la gente de Mayo del 68 es que se reían del general De Gaulle y del gaullismo, que en el fondo era un régimen estrecho, mezquino. Por lo demás no hicieron más que abrir la puerta a la mercantilización general del universo. Todos se han convertido en capitalistas y en controladores del sistema mediático. Los sesentayochistas son quienes ahora tienen el poder. Desde el primer momento me di cuenta de que no eran más que hedonistas que se iban a lanzar a la sociedad de consumo.

      P. Pero hubo varios 68...
      R. Sí, en Estados Unidos era mucho más interesante, porque era un movimiento anticapitalista, un movimiento un poco ingenuo pero antiutilitarista, se trataba de reencontrar la felicidad, la voluptuosidad, la naturaleza... Estaba Bob Dylan, Allen Ginsberg, era un movimiento de salida del universo material, fordista, había algo noble en ello. En Francia era totalmente glacial, la gente que estaba vendida de antemano, gente como Cohn Bendit... insoportable. Ahora se les ve gordos, viejos.

      P. ¿Es usted un optimista o un melancólico?
      R. Es necesario un optimismo que sea capaz de absorber el pesimismo, no de esconderlo o rechazarlo, sino de devorarlo, de quemarlo. En la medicina antigua había la idea de que los melancólicos podían ser locos o genios. Los unos quemaban su melancolía y se convertían en genios iluminados por el incendio, y los otros se volvían locos porque la melancolía es pesada y aplasta, es como el petróleo. Es profundamente verdadera esta idea. Ahora estamos en la fase del petróleo y estamos ahogados por el petróleo. La literatura, cuando vuelva, será la literatura de lo grotesco, porque hacer reír ya es curar. Hacen falta dos o tres Rabelais.

      sábado, 25 de septiembre de 2010

      LUZ GÓMEZ GARCÍA/ Respuesta al embajador de Israel


      LUZ GÓMEZ GARCÍA (Profesora titular de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid)


      EL PAÍS 25/09/2010

      Andaba yo preocupada pensando que no me había hecho merecedora, por mis artículos sobre Palestina, de una de las estigmatizadoras cartas del embajador de Israel, Raphael Schutz. Me preguntaba si mis artículos le gustarían, si con mis ideas, y sin yo saberlo, estaría colaborando a la perpetuación de la Ocupación y a la difusión de propaganda antipalestina. Pero no: por fin el embajador israelí me dedica una carta (23 de septiembre) y el orden natural se recompone: yo soy la que creo ser y él, por lo que parece, sigue siendo el que es. Ya he sufrido su difamación y estoy a salvo.

      El embajador israelí persigue las ideas que no le gustan como los niños a las gallinas: con mucho ruido y sin éxito. Las ideas corren libremente. En el caso que nos ocupa, la idea binacional goza cada vez de más campo, habida cuenta del carácter imparable de la Ocupación israelí y de la deficiencia crónica de las conversaciones de paz.

      Porque hay un hecho que no tiene vuelta: Palestina tendrá un Estado algún día. La idea está demasiado diseminada. Lo único que falta por saber es si será un Estadillo-nación en menos del 22% de su territorio histórico o será un Estado que albergue dos naciones, la palestina y la israelí, en el 100% del territorio histórico. Al embajador israelí le repugna esta segunda posibilidad, pero a los españoles un Estado de naciones no nos es extraño.

      Que la situación en Palestina es una situación de apartheid real, en la que los palestinos viven recluidos en bantustanes, es un hecho establecido, solo discutible desde la fuerza, no desde la razón.

      El embajador israelí se empeña en denigrar a los que, como dijo el gran Mahmud Dar-wix, aún oímos "el lamento de las casas enterradas bajo las colonias". Pero ¡qué se le va a hacer "si estamos enfermos de esperanza... si somos unos sentimentales"!

      miércoles, 22 de septiembre de 2010

      ARACELI MANJÓN-CABEZA / Drogas, ¿seguir con la prohibición?

       

      Una vez más se reabre el debate sobre la ineficacia de la represión en materia de drogas. Ha bastado que el ex presidente Felipe González nos recordase los males de la prohibición y la necesidad de un cambio de rumbo. Pero no es nada nuevo. Que los esfuerzos antidroga son un "largo y glorioso fracaso" era ya más que evidente hace años.
          • Milton Friedman advertía en 1972 que era imposible acabar con el tráfico de drogas y que la prohibición era la peor estrategia para usuarios y no usuarios; 17 años después afirmaba que la epidemia del crack se habría evitado de ser legal la cocaína.
          Gary S. Becker señalaba en 2001 que la legalización, aun no siendo la panacea y presentándose como "una aventura hacia lo desconocido", eliminaría las ganancias del narcotráfico y la corrupción y que el posible aumento del consumo se compensaría con el control de la calidad.

          Recientemente, en enero de 2010, Mario Vargas Llosa ha insistido en que la despenalización es el único remedio y lo afirma con los ojos puestos en México, pero también en otros países. Y más en la misma línea: Paulo Coelho, los ex presidentes Cardoso, Zedillo y Gaviria y las 17.000 personas que han firmado desde junio pasado la Declaración de Viena, reclamando a los Gobiernos y a Naciones Unidas una revisión transparente de la actual estrategia.

          La prueba hoy más clara -pero no única- del fracaso y de los inasumibles costes de seguir intentándolo nos la proporciona México: desde 2006, el combate al narco del presidente Calderón ha provocado dos guerras -la que se libra entre narcos y la del Estado contra el crimen organizado- y 30.000 muertos (900 eran niños menores de 17 años).

          En contra de la legalización se dice que los beneficios de acabar con el crimen organizado no serían mayores que los problemas que causaría el aumento del consumo. Pues bien, creo que esta afirmación es hoy claramente incierta. Admitiendo como muy probable un aumento inicial del número de consumidores de las drogas ya legales, a la vez, serían seguros otros efectos beneficiosos: control de la calidad de las sustancias, lo que evitaría los males asociados al consumo de los venenos ilegales que hoy circulan; disminución de precios, lo que reduciría drásticamente la cifra de delincuencia drogoinducida; sacar a los consumidores de determinados ambientes especialmente insalubres y peligrosos, para dirigirlos a un mercado legal y controlado.

          Solo lo anterior ya justificaría pensar muy seriamente y sin prejuicios en un proceso de legalización y de control estatal, con o sin impuesto especialmente fuerte a la producción, con mayor inversión en las políticas de reducción de la demanda -educación, prevención y rehabilitación- y con un ahorro espectacular en los enormes esfuerzos económicos que hoy se lleva la represión a cambio de unos resultados decepcionantes.
          Pero habría más: se desposeería al crimen organizado de su actividad favorita y más rentable y, con ello, de parte de su capacidad de corromper voluntades públicas y privadas y de infiltrarse en la economía lícita; se podría prescindir de la excepcionalidad legal hoy imperante en la persecución y represión del tráfico de drogas que, en ocasiones, nos coloca en los límites de lo que el Estado de derecho es capaz de soportar; desaparecería el pretexto según el cual, la lucha eficaz contra el narcotráfico justifica la intervención de Estados Unidos en asuntos de otros países castigados por este azote.

          Y hablando de Estados Unidos conviene echar la vista al pasado y recordar algunos datos: 1º) Que hubo otra situación previa a la prohibición, en la que el consumo de drogas -muy extendido en aquel país en el siglo XIX- no se consideraba un problema de salud pública. 2º) Que alguno de los "problemas de la droga" son hijos de la prohibición. 3º) Que la prohibición se ha desarrollado en los más variados escenarios y ha afectado a casi todo, más allá del ámbito de la salud pública. Basta recordar que la fiscalización internacional se impone al mundo colándola como un polizón en el Tratado de Versalles; que Estados Unidos ha condicionado su ayuda exterior a que los países destinatarios obtuviesen resultados satisfactorios en la lucha contra la droga; que el narco Pablo Escobar ofreció el dinero de la droga para pagar la deuda externa de Colombia a cambio de un compromiso de no extradición; y que hasta la fórmula originaria de la Coca-Cola hubo de modificarse para sustituir la cocaína por cafeína. 4º) Que la cruzada planetaria que Estados Unidos desata a principios del siglo XX no fue motivada por razones de "salud pública". Hubo motivos racistas contra los negros del Sur y contra la mano de obra china; motivos económicos en la guerra de médicos, farmacéuticos, productores y curanderos por tener la exclusiva en la dispensación de drogas; motivos políticos en la pugna entre China y Filipinas por el monopolio del opio y, también motivos políticos, en el hallazgo de uno de los pretextos -otros han sido la amenaza comunista y el terrorismo islámico- para legitimar el intervencionismo de la gran potencia en la andadura de otros países.

          Por otro lado, hay que señalar que lo que más contribuye a reavivar el debate, inclinando cada vez a más personas hacia la opción despenalizadora, son los propios excesos, innecesarios e injustificables, del prohibicionismo.
          Me refiero a un par de cuestiones como meros ejemplos.

          Primera: hay países que castigan como delito el autoconsumo de drogas, a pesar de que ello no es obligado -aunque si vivamente recomendado- por las Convenciones de Naciones Unidas que diseñan e imponen el sistema represivo mundial. No es el caso de España, donde nunca fue delito el consumo y donde no se duda que tal acto entra en una esfera de la libertad personal inaccesible para el Derecho Penal. Recientemente, en Argentina se ha declarado la inconstitucionalidad del delito de tenencia de drogas para el autoconsumo; en México se ha despenalizado esa misma conducta y en Brasil se ha producido una cierta despenalización al sustituirse la cárcel por tratamientos y medidas educativas. Pero siguen existiendo países que castigan la posesión y el autoconsumo.

          Segunda: son inadmisibles algunas de las afirmaciones que la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas) hace en sus informes anuales de evaluación de los esfuerzos antidroga de los distintos países. Así, en el informe de 2010 se muestra preocupación por las decisiones de Argentina, México y Brasil a las que me acabo de referir, lo que se interpreta desde estos países, con razón, como injerencia en asuntos internos. En 2009 se rechazó que la Constitución de Bolivia declarase patrimonio cultural la masticación de la hoja de coca, lo que supone ignorar o despreciar el sentido que tal práctica tiene. Y así más: desagrado porque España no castiga el consumo; críticas porque Suiza permita las salas de inhalación; denuncia de los tratamientos con heroína médicamente prescrita en Holanda, etcétera.

          Los excesos y los fracasos del prohibicionismo acabarán siendo el mejor argumento de las tesis liberalizadoras.
          He de reconocer que cuando se trabaja dentro del sistema represivo es fácil dejarse seducir por sus "éxitos", pero estos son muy parciales y cuando se mira el conjunto, entonces vence la decepción, al contemplar un instrumento salvaje e ineficaz que no es la "solución" sino, más bien, una parte importante del problema.
          Lanzarse a cualquier opción despenalizadora da vértigo, desmontar la prohibición no será fácil, pero el mantenimiento del actual prohibicionismo planetario es una locura.

          Araceli Manjón-Cabeza Olmeda es profesora titular de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid. Ex magistrada suplente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y ex directora general del Plan Nacional sobre Drogas.

          sábado, 18 de septiembre de 2010

          LUIS FERNANDO MORENO CLAROS / Filósofo para esta época

          Filósofo para esta época
          LUIS FERNANDO MORENO CLAROS
          18/09/2010


          El 21 de septiembre de 1860 fallecía en Fráncfort del Meno el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (Dánzig, 1788). Murió de repente, como siempre deseó. Era un hombrecillo bajo y corpulento, de cabeza grande, enormes patillas blancas y cara de pocos amigos. Caminaba con paso vigoroso, y aún a sus setenta años gozaba de excelente salud: comía mucho, se bañaba en agua fría incluso en invierno, y sus mejores pensamientos se le ocurrían al aire libre. Siempre lo acompañaba su perrito Atma, al que apreciaba más que a cualquier ser humano; por eso cuando hacía travesuras lo insultaba llamándolo "hombre". Cuantos se cruzaban con aquel estirado personaje lo miraban con irónico respeto, pues sabían que era un sabio internacional. A su casa llegaban visitas de todo el mundo aunque sólo fuera para verlo unos minutos. Le apodaban El Buda de Fráncfort, pues al "Iluminado" remitía su doctrina filosófica.

          En 1818 Schopenhauer publicó El mundo como voluntad y representación, una extensa y genial obra ignorada hasta tres decenios después. Tras publicar otra gran obra: Parerga y paralipómena (1851), le sonrió la fama: sus libros se convirtieron en los mayores éxitos de ventas de finales del siglo XIX. Alemania se sumía entonces en una crisis existencial, el idealismo romántico quedaba atrás y la Revolución de 1848 había fracasado, de ahí que reinase por doquier un craso pragmatismo realista, interesado y burgués.

          Aquí llegó Schopenhauer, con una metafísica que pretendía explicar la mísera y negra existencia humana. Este mundo no es hermoso -afirmaba-, sino el peor de los posibles. Y proseguía: Dios no existe, lo suplanta un demonio malévolo que convierte nuestras vidas en infiernos, consumidas entre el dolor y el aburrimiento. Y ello se debe a que la esencia más íntima de cada ser consiste en una voluntad bruta y ciega, en un deseo insaciable que nos obliga a buscar sin cesar nuevos placeres y diversiones que nunca nos colman; y encima nos acosan plagas, guerras y catástrofes naturales. De manera que la vida es un penal en el que cumplimos condena y del que sólo salimos con la muerte. Nada hay nuevo bajo el sol: el ser humano es un malvado depredador, cuya necedad lo torna incapaz de seguir la luz de la razón, que podría aportarle alguna mejoría.

          La filosofía teórica de Schopenhauer proponía una solución también teórica para superar la crisis absoluta de la vida: hay que renegar de la existencia y rechazar la perpetuación del dolor: no reproducir, no actuar. Asimismo, predicaba la piedad universal y la no violencia: abstenerse de dañar a los demás seres vivos, nuestros hermanos en esencia y encadenados en nuestra misma mazmorra. Junto a sus enseñanzas teóricas, Schopenhauer divulgó un "arte de vivir" de carácter más práctico, que sedujo a sus lectores. Con él quería enseñarles "si no a ser felices, al menos, a ser menos desdichados". El gélido filósofo argumentaba que la persona cabal no apetecerá la felicidad, que no existe; esperará poco de la vida y nada de sus congéneres. Lo idóneo para ella será la comodidad consigo misma y con el entorno: ahorros en el banco y mucha riqueza interior. Esposa e hijos son una carga; los amigos, o nos traicionan o son pesados a los que hay que soportar. El amor es un subterfugio con el que nos engatusa la naturaleza para propagar la especie. Queda el cultivo de la cultura y el arte, pero hay que resguardarse de los pedantes que las ostentan como profesión. En suma, Schopenhauer gruñía y se quejaba de todo cual sabelotodo regodeándose en el abismo, pero a salvo en su cómodo rinconcito. Su acritud gustó tanto en aquella Alemania deprimida como más adelante en Europa. Y también hoy goza de buena salud en nuestro país, donde cualquiera lanza críticas asesinas desde una enorme pasividad.

          Gredos publicó este año una soberbia edición de su obra capital, y Herder celebra el 150º aniversario de su muerte con dos notables novedades: una monografía imprescindible firmada por Volker Spierling y el inédito Senilia. Spierling es acaso el mejor conocedor actual de Schopenhauer. En cuanto a los Senilia, Volpi y Ziegler restauraron con sumo detalle anotaciones inéditas que el maestro dejó en sus cuadernos de notas, los cajones de sastre de sus obras. Son anotaciones de un filósofo ya mayor que siempre pareció un viejo, por eso Nietzsche afirmó que la filosofía de Schopenhauer es "para los jóvenes". En efecto, lo leímos con fruición en la juventud y lo contemplamos con recelo en la madurez. Y es que, al evocar las desgracias de la existencia, Schopenhauer parece acertar con sus juicios radicales; sin embargo, algo nos dice que se equivoca. Hay que leer sus reflexiones en épocas críticas para dejar que su frío escalpelo nos destroce; pero si de verdad estamos sanos, su sesudo realismo nos obligará a reaccionar recuperando otra vez nuestras ilusiones. Así lo superaremos a él y a la crisis.

          El arte de ser feliz explicado en cincuenta reglas para la vida. A. Schopenhauer. Texto establecido, prefacio y notas de Franco Volpi. Traducción y apéndices de Ángela Ackermann Pilári. Herder. Barcelona, 2009. 158 páginas, 14 euros. Senilia. Reflexiones de un anciano. A. Schopenhauer. Edición de F. Volpi y Ernst Ziegler. Traducción de Roberto Bernet. Herder, Barcelona. 2010, 464 páginas, 28 euros. El mundo como voluntad y representación I, junto a De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Y El mundo como voluntad y representación II junto a Sobre la voluntad en la Naturaleza.. A. Schopenhauer. Traducciones de Rafael-José Díaz Fernández, María Montserrat Armas Concepción, Joaquín Chamorro Mielke, Leopoldo Eulogio Palacios y Miguel de Unamuno. Gredos, 2010. 748 y 834 páginas. 59 euros cada uno. Arthur Schopenhauer. Volker Spierling. Traducción de José Antonio Molina Gómez. Herder. Barcelona, 2010. 246 páginas. 16 euros. Arthur Schopenhauer. Religión y metafísica de la voluntad. Manuel Suances Marcos. Herder. Barcelona, 2010. 278 páginas, 22 euros.

          viernes, 17 de septiembre de 2010

          LUZ GÓMEZ / PALESTINA: LA NECESIDAD DE LA IDEA BINACIONAL.

          ELPAIS.17/09/2010

          LUZ GÓMEZ
          La necesidad de la idea binacional

          En realidad, poco importa la vuelta de palestinos e israelíes a las negociaciones directas bajo el auspicio de Obama. Y no se trata de ser catastrofistas. Estas nuevas negociaciones no pueden acabar sino donde todas las anteriores. Y ello se debe a que, como afirmaba recientemente Saeb Erakat, negociador jefe palestino, las negociaciones directas carecen de base real, pues se acometen a partir de unas negociaciones de proximidad truncadas y fraudulentas.

          La parte israelí ha incumplido los requisitos mínimos, especialmente la congelación sin componendas de los asentamientos y el fin de la colonización de Jerusalén Este. A los palestinos se les pide una buena sonrisa y que se sienten para la foto. Estamos ante una nueva negociación en falso de la marca Clinton, como ya sucedió en el Camp David del año 2000. Esto en lo que se refiere al aspecto técnico del proceso de paz.

          Pero existe un aspecto de fondo responsable siempre, en mayor o menor medida, del regreso del fracaso: la negativa a reconocer el carácter binacional que, a fecha de hoy, tiene la Palestina histórica.

          Que Palestina es hoy binacional significa que existe una nueva entidad, fruto del decurso histórico, en la que judíos y palestinos están inextricablemente mezclados. No unidos, de momento. Una entidad que, desde luego, es el resultado de la Ocupación, pero que obliga a las partes al reconocimiento de este hijo indeseado. Una entidad que no exime de responsabilidades y no impide la exigencia de reparaciones. Porque ha de quedar claro: Palestina es hoy binacional, pero no lo era en 1948 ni en 1967. La binacionalidad es un estado de cosas presente, no pasado, por más que hunda sus raíces en las propias consideraciones del pueblo judío para el establecimiento de un Estado en la tierra de Palestina.

          Al principio lo binacional fue solo una idea. Hoy es una herramienta para la resolución del conflicto. O debería serlo. En el pasado fue el sueño de una parte de la judaidad. A veces de los sionistas. A veces de los antisionistas. Surgió como ideal utópico en la década de 1920, cuando la colonización de la Palestina del Mandato británico le planteó a algunos intelectuales judíos un problema de conciencia: el de cómo convivir con el pueblo en cuyas tierras se quería levantar el Estado nacional judío. El binacionalismo de entonces soñó con la ciudadanía compartida de las dos comunidades, no exenta del reconocimiento jurídico de sus respectivas especificidades. Sus principales defensores fueron los filósofos Martin Buber, Judah Magnes y Hannah Arendt, si bien sus voces se apagaron con la fundación del Estado de Israel, en 1948.

          Cuando la idea resurge a finales del siglo XX, la realidad política, social y hasta topográfica es muy distinta. Como recuerda el historiador palestino Elias Sanbar, poco amigo del Estado binacional, el binacionalismo actual es el resultado de tres fracasos: el de la OLP en su intento de instaurar un Estado que reagrupase a árabes y judíos en el territorio de la Palestina histórica; el de los Acuerdos de Oslo para crear un Estado palestino en Cisjordania y Gaza; y el de Israel al no permitir la plena ciudadanía de sus ciudadanos palestinos.

          Hoy, tras casi 100 años de idea binacional, lo binacional ha dejado de ser una entelequia. Es una consideración realista a partir del estado de cosas de la Ocupación. Trabaja con la Ocupación, no la consagra. El binacionalismo hoy es un intento de superación de la segregación comunitaria y de la confusión entre identidad nacional, personal y del Estado.

          La actual configuración de un Estado (Israel) y unos bantustanes (en Cisjordania y Gaza) resulta, a medio plazo, insostenible en términos demográficos, económicos y políticos. Demográficamente, porque la segregación de casi la mitad de la población de Israel y de los Territorios Ocupados es inviable en un territorio conjunto de apenas 27.000 km2 (sin contar a los refugiados en el extranjero y a la diáspora, el número de palestinos es prácticamente igual al de israelíes judíos). Económicamente, porque no hay más alternativa al subdesarrollo de los Territorios Ocupados que la recíproca dependencia económica (el agua y la mano de obra son palestinas; la industria y la tecnología, israelíes), lo cual va en contra del establecimiento de fronteras cerradas. Políticamente, porque la maraña de asentamientos en lo alto de las colinas de Cisjordania ha reordenado de tal manera el territorio y el poblamiento (el número de colonos sobrepasa los 300.000, sin contar los de Jerusalén) que resulta imposible una retirada que no suponga una expulsión masiva de población. La Ocupación ha llegado tan lejos que la idea binacional ya es irremediable. Se ajusta exactamente al escenario creado.

          La consideración binacional del estado de cosas cumple otro requisito sin el que no puede haber visos de solución del conflicto: se ajusta a las nuevas narrativas históricas. Los historiadores palestinos e israelíes vienen estableciendo desde hace dos décadas ciertos hechos: la legitimidad del rechazo palestino del plan de partición de Naciones Unidas de 1947 (Walid Khalidi); la limpieza étnica de 1948 (Ilan Pappé); la planificación de la segregación de los palestinos de Israel (Nur Masalha); la transformación de la topografía (Eyal Weizman); la forja de una identidad ad hoc del pueblo judío (Shlomo Sand). Pero esta dilucidación de los hechos por parte de la historiografía no ha conducido a cambios significativos en la conciencia israelí. Es más, ha servido para que, en aras del mantenimiento de la definición judía del Estado, se perfeccione la política israelí de hechos consumados: es la víctima, y solo ella, la responsable de su suerte.

          Pero la aceptación de los postulados binacionales no es fácil. Hoy como ayer, la mayor parte de la intelligentsia israelí abomina de ellos. Soliviantan por igual a la izquierda y a la derecha. Amnon Raz-Krakotzkin ha analizado en un libro fundamental (Exil et souveraineté: judaïsme, sionisme et pensée binationale, La Fabrique, 2007) cómo la idea binacional pone en evidencia el carácter colonialista y orientalista del sionismo y desmonta los planteamientos binarios característicos de la cultura israelí: judío / árabe, laico / religioso, askenazí / sefardí. En cuanto a la parte palestina, la idea binacional está muy extendida entre la comunidad que vive en Israel, con varias décadas de convivencia en desigualdad con la comunidad judía, pero tiene menos eco en los Territorios Ocupados, y casi ninguno entre los refugiados.

          Hablar hoy de visión binacional es referirse al modelo sudafricano. Sudáfrica viene siendo el horizonte de quienes aún piensan que paz es convivencia. En el ejemplo sudafricano se mira la campaña Boicot, Sanciones, Desinversión (BSD), que busca el fin del apartheid en Palestina por medio de la presión de la sociedad civil internacional. Pero la opción sudafricana es también la de una sociedad que, llegado un momento, se miró al espejo y se pensó de manera diferente. Dicho con las palabras sudafricanas de un personaje de Coetzee en Verano: "Esa actitud estribaba en considerar que nuestra presencia en aquel territorio era legal pero ilegítima. Teníamos un derecho abstracto a estar allí, un derecho de nacimiento, pero la base de ese derecho era fraudulenta. Nuestra presencia se cimentaba en un delito, el de la conquista colonial, perpetuado por el apartheid".

          Los partidarios de otros modelos para la solución del conflicto, combaten el sudafricano. Se olvidan de que es el único que ofrece una respuesta a una situación real de apartheid. El sueño de la mutua exclusión no es más dulce que el de la convivencia.

          Que concretar políticamente la idea binacional es complejo, no se le oculta a nadie. Pero es una hipótesis de trabajo necesaria. Su mera consideración no significa que las negociaciones de paz deban culminar, algún día, en un Estado binacional. La aceptación de la idea binacional no fuerza a un modelo de Estado, es simplemente un requisito previo para que cualquier solución estatal se asiente en la historia y en la justicia.

          Luz Gómez García es profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.

          domingo, 12 de septiembre de 2010

          EL FIN DEL CAPITALISMO/ SANTIAGO NIÑO

          EPS
          12 SEPTIEMBRE 2010

          Santiago Niño Becerra (Barcelona, 1951) elige su despacho del Instituto Químico de Sarrià, para realizar esta entrevista. Y reconforta detenerse en el hall climatizado a respirar del sofoco de Barcelona…; a observar lo clásico del edificio, al alumnado y a los docentes que vienen y van por este centro jesuita y elitista (universidad privada Ramon Llull) que ya cumplió el siglo. Ahí están las camisetas y otros souvenirs en una vitrina para el recuerdo. Los venden. Otro producto de consumo más –también lo educativo– de los muchos que genera este mundo desarrollado asolado por una "crisis sistémica", estertor previo al fin del sistema capitalista, según dice este catedrático de Estructura Económica. Una pausa antes de sumergirnos en ese futuro terrible que, vaticino, nos va a pronosticar este hombre prolífico y polémico por sus análisis siempre radicales y neocon (para él parece no existir lo social ni otro poder que no sea el económico) que ha ido volcando en artículos en la web (lacartadelabolsa.com) y en el libro El crack de 2010, otro más de las decenas sobre la crisis económica que se ven en las librerías, aunque el suyo (Los Libros del Lince) ya va por la 15ª edición. Niño Becerra afirma que la debacle económica que está sucediendo y estamos viviendo nada tiene de pasajera, ni se va a resolver en un pispás. No. El castillo de naipes se cae. "A medio plazo lo único que hay que hacer es sobrevivir. Hemos estado viajando en un crucero fabuloso y ahora, de golpe, es un bote de remos". Y se ha esfumado ya ese "ir a más" en el que nos movíamos hace poco para despeñarnos por el "ir a menos". Para siempre.

          "Creo que estamos aún en un momento de concienciación. La gente espera un milagro, necesita creer que es posible". Pero no. "Vamos hacia una época en términos humanos horrible, no es una época que a mí me guste. La persona como tal valdrá poco… tenderemos más hacia un colectivismo, algo más budista".

          ¿Y eso es negativo?
          "Bueno, pensar en colectivo no es tan estupendo… quiere decir que si disponemos de una sola dosis de antibiótico, por ejemplo, y usted es un genio, el antibiótico será para usted". ¿Ah, sí? ¿Quién decidirá eso? "Alguien lo hará, por el bien de la comunidad". Uff, ni un respiro, en este embudo último en que vivimos.


          Y esto es lo de menos. Lo de más es que este declive implica otro peligro –el gran peligro en realidad–: la merma afectará al actual sistema político. "La democracia", asegura, "solo se puede dar en la abundancia". Y no se inmuta. Lo que se avecina, según él, tiene el color sombrío del recorte de derechos, libertades, igualdad… Muy criticado por sus tesis, que algunos definen de "profecías apocalípticas y repetitivas", Niño Becerra es vecino desde hace 30 años de la localidad costera de Vilassar de Mar; está casado, con un hijo. Es hombre de físico menudo, media melena lacia y barba gris a lo pombo. Un señor que parece poco dado a pensar en glamour alguno, que viste camisa azul y suspira de vez en cuando, impaciente, porque no se entienda lo que quiere decir (y dice mucho; no para) o porque no comprenda tu afición a circunvalar la charla e ir hacia otros territorios.

          ¿Cómo se gestó su libro 'El crack de 2010'?

          Llevo desde hace cinco años publicando artículos y el libro es la consecuencia de un proceso personal. Y llevaba mucho investigando sobre el agotamiento del modelo económico, llegaba a su fin. ¿Qué me hacía sospecharlo? El aumento de la deuda privada. Me pregunté por sus implicaciones... Entonces lo que aquí analizamos (junto a otros dos profesores) fue la evolución del PIB en cada país, las tasas de variación anual desde 1950… A partir de aquí vimos que el perfil evolutivo económico actual es igual al de la Gran Depresión. Si se compara la evolución de la variación del PIB entre 1923-1930, es igual a la de entre 2003-2010. Y de ahí nació.

          ¿De dónde salía el dinero para consumir tanto?


          Esa era la gran pregunta… Se lo daban. En 1996, el nivel de deuda privada en España era del 65% del PIB. En 2008 llegó al 220%. ¿Qué había sucedido? Aumento continuado de la deuda de empresas y personas físicas. Se lo daban. ¿Quiénes? El sistema, a través de las entidades financieras para que consumiéramos. Prácticamente todo el crecimiento se ha producido a base de deuda. No de salarios, ni de beneficios, España tiene los salarios más bajos de la UE por su baja productividad. Esto es lo realmente grave.

          ¿Y esto es culpa de los trabajadores…?


          Es culpa de la historia y de la estructura del PIB que tenemos. Más del 35% del PIB se genera a través de la construcción, el automóvil, el turismo y la hostelería…Actividades de poco valor; en consecuencia, los salarios que se pagan son bajos. ¿Qué tipo de PIB genera Suecia? Uno de alto valor. Tiene alta productividad y los salarios son elevados. Un dato que para mí es estremecedor es que España en 2006 tenía igual productividad que Suecia en 1975… España tiene una historia triste, de carencias, desde hace siglos. Y ni el modelo alemán que quieren implantar con la Reforma laboral va a funcionar. Porque aquí sobran personas, no horas de personas como allí, dada la mano de obra poco formada que tenemos; que es en realidad, la que necesitamos.

          Es decir que el retraso que existía en la España franquista sigue tal cual…

          Evidentemente. A ver, España ha crecido. La gran suerte fue que nos dejaran entrar en la Comunidad Europea en 1986 y eso permitió que llegasen inversiones extranjeras y que se pudiese exportar; vinieron extranjeros a residir, turismo a borbotones, etcétera, pero lo que es la productividad, eso sigue igual. Tenemos, por ejemplo, 18 plantas de ensamblaje de automóviles, 18. Pero ningún centro de decisión en este sector. En Francia dicen "cerramos la fábrica de Renault de Valladolid" y la cierran, y no pasa nada. En España se diseña muy poco y no se decide nada. Los grandes turoperadores turísticos no son españoles. Esa es la dinámica, un pez que se muerde la cola. Para mayor inri, hay 46 millones de habitantes. Si fueran cinco como Finlandia, sería menos grave. Es decir, hay una combinación de factores tremenda en los que yo entiendo que ningún Gobierno tiene la culpa, o todos son culpables.

          Usted no culpa a nadie, ni PP ni PSOE…

          Exacto, da lo mismo, igual que la Banca y las Cajas. Para mí no tienen culpa.

          ¿No es eso determinista? Si nadie tiene la culpa y nada se puede hacer…

          Entiendo que en la mayoría de los casos se hace lo que se puede hacer, no lo que sería deseable. Esta crisis es fruto de algo maravilloso, que fue el modelo que se puso en marcha tras la Segunda Guerra Mundial. Y que ha propiciado la protección social que tenemos. ¿Qué sucedió? A inicios de los setenta empezó a agotarse y la perversión vino por el lado del crédito. El modelo aumentó enormemente su capacidad productiva y la única forma que había de darle la vuelta a esto, de tirar para adelante, era que la gente consumiera. Tengo alumnas que en el armario tienen 30 blusas de temporada…

          Uf, eso no es nada, todos nos hemos dejado arrastrar, hemos gastado más de lo que podemos, seguro que también usted…


          Claro, la inmensa mayoría ante la pregunta de si le gustaría tener un Porsche, dirá que sí. Todos no, pero la mayoría sí. Que todos hemos gastado alguna vez por encima, seguro, y yo también, claro. No, en casas no. Mire, por ejemplo, el año pasado, en buenos restaurantes en París con mi esposa… Pero lo básico es que las deudas tienen que estar en relación con los ingresos, y eso no se ha cumplido.

          Y nadie, expertos, Ministerio de Economía, lo vio y avisó 'esto está yendo fatal…'

          Y les dijeron 'tú te callas'. En todos los ministerios de economía europeos hay gente muy válida y el Servicio de Estudios del Banco de España es uno de los mejores. Lo vieron, pero no había alternativa: o se crecía así o no se crecía. Hay una fecha crucial: 1991, Guerra del Golfo y derrumbe de la URSS. El modelo estaba caducado. Es cuando se producen las recesiones que aquí llegan tras las Olimpiadas y la Expo. Bien, entonces a alguien se le ocurrió –en EE UU, claro– que la única forma para seguir –no para cambiar, para seguir– era dar más crédito. Y el mundo entró en una orgía de crédito.

          Sí en EE UU, el negocio de las hipotecas basura, dar dinero a quien no puede pagar…

          Pero, y no se ría, ¡si lo deseable era que no pagaran! Le cuento la historia real. El esquema es perverso, pero genial. Se daba una hipoteca a la gente a la que nadie se la concedía y encima le decían que los dos primeros años prácticamente no tenía que pagar. ¿Dónde estaba el negocio? Por dos lados. Primero, como damos por supuesto que ya nos vamos a ocupar nosotros de que esto sea así, es decir, que el precio de la vivienda siga subiendo, nos dirán "no puedo pagar, aquí tienen las llaves". Y segundo, cojo estas hipotecas, las estructuro, titulizo y negocio. ¡Es genial! ¿Problema? Que el precio de las casas no siguió subiendo. Y llegó un punto en que la cantidad de bonos emitida y la cantidad de hipotecas amasada, teniendo en cuenta la gente que no pagaba, era desmesurada. En Detroit se podía comprar una casa por un dólar.

          ¿Y ahora peligran hasta las pensiones…?

          A Michael Portino, subsecretario de Hacienda con John Mayor, en 1992, le preguntaron si la gente cobraría pensión y él dijo que toda persona que entonces tuviera menos de 40 años no cobraría. Esto va a ser así. Fíjese en un dato curioso, en 1997 en España hacían falta ocho años para acceder a una pensión, no a la máxima sino a una. Ahora se habla de 20 años… Y nadie ha dicho ni pío. Estamos en una posición, todos en general y cada uno en particular, de salvar la situación, pura supervivencia.

          Al mirarle mientras cuenta parece un personaje de otro siglo, encajado en un despacho austero: una mesa, una ventana, un ordenador, una botella de agua en la mano y sus tesis en la cabeza.

          "Si usted me pregunta cuál es la mayor burrada que ha hecho la humanidad ha sido desperdiciar los recursos. Pero el desperdicio ha llevado al crecimiento".

          No admite una fisura de optimismo en su discurso liberal siempre; provocador a ratos, muy dado al impacto. Ejemplos: "¿Movimientos de población? Bueno, Europa entre 1865 y 1910 expulsó a 50 millones de personas. Sí, pero es que entonces había donde ir, EE UU, y eran bienvenidos, había que crecer y eran necesarios… Ahora ya no". ¿Masas de empobrecidos por todo el mundo? ¿Y quietos? Difícil de imaginar.Pero hasta para eso tiene respuesta: se legalizará la marihuana como se hizo con el alcohol en los años treinta del siglo XX. Niño Becerra se rige por una verdad: "La economía siempre es la protagonista. No lo es la política… Eso es una falacia. Cuando el señor Eisenhower dijo: 'Lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos y viceversa', pues era verdad. Si el director de la Shell llama a Obama por teléfono, este se pone; pero si el que telefonea es Sarkozy, no es tan seguro ya que coja el aparato".

          Vayamos hacia delante. Haga un retrato robot de lo que será 2020.

          Habrá cambio de modelo. El pos Segunda Guerra Mundial se basó en ir constantemente a más a través del consumo, público, privado, empresarial… El problema de ir a más es que llega un punto en que se agota. Uno no puede poner 60 teles en casa, aunque cuesten un euro. Y consume y desperdicia muchos recursos. Hoy, por ejemplo, se sabe que queda uranio para 65 años.

          Esto lo vienen diciendo los ecologistas hace mucho.


          Sí, pero cuando empezaron a decirlo –el movimiento ecologista empieza en los setenta, no es casualidad– entonces no había que oírlo, no tocaba.

          Bueno, en Alemania, por ejemplo, sí los escucharon. Hubo (hay) Partido de los Verdes y hasta gobernando…

          Sí, pero los Verdes de hoy no tiene que ver con el partido de los setenta. ¿Por dónde íbamos? 2020. El objetivo no es ir a más, sino ir hacia donde sea necesario (lo cual es ecológicamente más sostenible; la contaminación bajará) que se base en la productividad. Los políticos tendrán poquísimo peso, lo tendrán los técnicos. Un escenario en el que se fabricará lo que sea necesario. Habrá crédito, sí, pero para fabricar o investigar lo necesario e importante. Y la gente tendrá que cambiar de chip, tendrá que ir a ver una puesta de sol en tren…

          Usted recibe muchas críticas por sus teorías, le voy a comentar algunas: que solo ve y habla de países ricos y los ricos hemos dejado de ser el 'Mundo'. Hay otros emergentes, los BRIC…

          ¿Se refiere a China, país del que dicen que el 40% de créditos dados por su banca es incobrable?

          … que lo que falla en sus análisis es que olvida que ni los políticos ni los ciudadanos están dispuestos a permanecer impasibles ante una crisis que devore la riqueza, lo social, el futuro…

          ¿Usted cree realmente que alguien va a tomar el palacio de invierno…? Yo no.

          … y tampoco tiene en cuenta a la población, su voluntad, su acción. Hoy todo es más global. Si aquí vamos mal y en otros sitios peor… la gente se moverá, vendrá a Europa en masa…

          No les dejarán, es decir, de la misma forma que se permitió –hablando de España o Francia– que hubiera inmigración para hacer pisos, se puede coger y prohibir a la gente que venga. Fíjese con qué ha amenazado Francia ahora a Rumania. Ordenas tu casa o te vetamos en el espacio Schengen.

          Pero ética y políticamente eso es…

          La ética cambia, ¿no?

          Quizá, pero el peso de la ciudadanía también y el acceso a la información ahora es mayor que…

          Mire, la productividad de descarga de un buque en el puerto de Londres en 30 años ha aumentado casi un 3.000%. ¿Qué quiere decir esto? Que hace falta menos mano de obra. No nos engañemos, en España nunca más volverán a construirse 800.000 viviendas al año.

          Insisto, la gente ha de vivir de algo, ¿alguna alternativa…?


          El modelo sustitutivo… Teniendo en cuenta donde estamos, país desarrollado, 2010, ya no hay nada para sustituir a los dos millones y medio de personas que construían pisos en España, nada. En el mundo, unos estamos mucho peor que otros. A día de hoy, la tasa de paro en España es del 20%; en Holanda, 5%. La de paro juvenil aquí del 40%; en Austria, 10%. En España vamos a un mayor empobrecimiento. Y fuera. ¿Sabía que en Sudáfrica, que sobra gente a mansalva, se están robotizando minas? El 45% de la población allí tiene menos de 20 años. Quien dice África, dice Asia; China es otro tema, es importadora de recursos. En un estudio de hace años se demostraba que si el 100% de la población del África subsahariana desapareciera, no pasaría nada. ¿Por qué? Porque los minerales seguirían ahí. Este es un cóctel explosivo, claro. Pero la realidad es que la tecnología cada vez necesita menos gente. Y los recursos no se pueden desperdiciar porque hasta que la tecnología no consiga otros, tenemos un problema. Y cada vez se necesitan más. Si China tuviera hoy igual cantidad de coches por habitante que EE UU, se bebería el 100% del petróleo del mundo. No le van a dejar tener la tasa de coches que tiene EE UU.

          ¿Quién les detendrá?

          Debido a la necesidad, un grupo de técnicos coordinados a nivel internacional, técnicos en lo monetario, dirá que hay que ir por ahí. ¿Significa eso un retroceso democrático? Sí. La democracia es para la abundancia. Cuando no la hay es difícil ser demócrata.

          En las democracias precisamente se intenta proteger a los que menos tienen y no solo a una clase boyante, es decir, proporcionar mecanismos que permitan que los servicios sociales sean iguales para todos, eso no solo tiene que ver con la abundacia sino con la justicia…

          Se hizo un estudio –creo que el Gobierno británico no tiene intención de sacarlo– para dar dinero a las universidades según número de alumnos inteligentes y pobres que tuvieran. Es decir, no dar dinero de forma indiscriminada, sino según capacidad y renta. ¿Por qué? Porque los recursos son escasos y por la ley de la igualdad y oportunidad.

          Claro, a eso se tiende en democracia entre otras cosas…

          En Finlandia hace años las multas de tráfico estaban en función de la renta; lo quitaron. Parece interesante, ¿no? Pues no. Ni en Finlandia. La democracia alemana, por ejemplo, a pesar de ser muy joven, es bastante más sólida que la española. Tras la Segunda Guerra Mundial, los alemanes trabajaron una hora para el Estado. Promueva esto aquí. Una democracia auténtica va muy asociada al nivel de desarrollo de un país.

          Quiere decir que esos países latinoamericanos o africanos que intentan democratizarse no lo conseguirán…

          El país latinoamericano más avanzado democráticamente hablando ha sido Costa Rica, pequeño, poca población. Y tenía un problema: gran parte de su economía dependía de una sola empresa. Un país grande como Brasil, si evaluamos, por ejemplo, la evolución del señor Lula desde que era un líder sindical… Desgraciadamente, política y economía no van de la mano.

          Un panorama poco optimista...

          Bueno, vayamos a la recuperación. ¿Va a llegar? Sí. Pero jamás volveremos a lo de antes, que alguien vaya a un banco y le den un crédito por el 130% del valor de la vivienda. La recuperación vendrá, dejaremos de caer, las cosas se estabilizarán…

          … poco optimista sobre todo por la asociación entre crisis y democracia.

          Pienso que la libertad política –es muy fuerte esto– se compra. En EE UU, cuna de la democracia, el salario medio de un afroamericano es entre el 30% y el 40% más bajo que el de un blanco a igualdad de trabajo. Y, por definición, es menos libre, tiene menos opciones. La evolución democrática, política, está en relación con la capacidad decisoria a nivel financiero.
          Si quiere lo saca: de verdad, las dos únicas comunidades autónomas en España, las dos únicas que tienen una auténtica autonomía, son Euskadi y Navarra, porque tienen autonomía financiera. Nos puede gustar o no, pero hasta que no aumente la renta de Marruecos la democracia allí no aumentará. La democracia tal como la entendemos se limitará. Y sobre lo que dice de acceso a la información, creo que estamos a un paso de regular Internet.

          Pura profecía totalitaria de Orwell (en su libro '1984') entonces para 2020…

          Vamos en esa dirección, por recursos limitados. Y en esto soy optimista. Si ahora se da carta libre para que todos vayan al Ártico a explotar el petróleo, va a ser un desastre. Se va a regular, por necesidad. Pero a la vez se frena la libertad; se empieza regulando allí y luego se regula la temperatura de tu casa. Hace 15 años todo era genial. La economía tiene dos definiciones: la ciencia que estudia la abundancia y yo creo que esta es la correcta, la que administra la escasez.

          Otras críticas: sus teorías responden a una concepción darwinista, habla mucho de las clases medias, se olvida de los pobres…

          Los pobres han sido necesarios hasta ahora para elevar al mayor número posible a la categoría de clases medias, de ahí el tema de la movilidad social, que en España lleva estancada 30 años. Y han sido necesarios a lo largo del XIX y XX para producir. Pero hoy no, hasta las clases medias son innecesarias.

          Usted vaticina el fin de la clase media.


          Y no soy el único. La clase media fue inventada por necesidad. Yo creo que la lectura "mala" de mi libro puede llevar a una defensa de unas élites tipo, yo que sé, la nobleza del siglo XV y tal, pero no, eran unos inútiles. ¿Usted sabía que en Suecia ya hay robots que reparten medicamentos en hospitales?

          Hay un libro de Jeff Rubin, que fue experto en asuntos de petróleo, que habla de que el mundo va a ser cada vez más pequeño, los núcleos de desarrollo y economía van a reducirse…

          Sí, esto ya tiene un nombre, clusters. Yo creo que vamos hacia una clusterización. El concepto de Estado cada vez tendrá menos importancia, y de nación o región, vamos hacia la creación de clusters, incluso transregionales, que colaboren entre sí y creen sinergias. Un ejemplo podría ser la costa mediterránea española y francesa, aunque cada uno siga siendo un país distinto. Esto en Alemania lo tienen avanzadísimo, la zona de Hamburgo… Creo que otro de los cambios que se va a producir es que el fenómeno de la deslocalización revertirá, debido al coste del transporte. De hecho está empezando a pasar… En EE UU se reinstalan fábricas de tornillería en minas abandonadas… Con máquinas, ojo, y uso de factor trabajo cero.

          Usted tiene un hijo de 23 años. ¿Qué opina de esto?

          En casa no quieren saber nada de economía, ni mi esposa ni él. Creo que esa generación tan denostada, la del 85 al 95, es más lista de lo que parece… Son mis alumnos. Y dicen: "Muy bien, ¿nos dan? Pues ¿para qué vamos a esforzarnos, nos dan para que tengamos la vida fácil y no molestemos?… pues aprovechemos… Pero creo que en el momento en que no puedan tener… se adaptarán, no son revolucionarios, no van a hacer la revolución…

          La muestra en la que usted se basa es limitada, sus alumnos son un grupo de élite ya muy seleccionado…

          Bueno, no sé… igual me equivoco.

          Es decir, que la masa de 20 años igual no tiene nada que ver con lo que usted tiene en clase…

          Pero vamos a ver: tasa de paro juvenil más del 40% en España. Entre 16-19 años, 60%. Por pura lógica estos chicas/os tendrían que estar pegando gritos por la calle y no lo hacen, no son revolucionarios… Estarán de botellón, se irán a Somalia y se fumarán un canuto, pero no son folloneros.