martes, 22 de febrero de 2011

TRANSICIÓN O REPÚBLICA. ANTONIO GARCÍA TREVIJANO

LA OPINIÓN DA CORUÑA
Antonio García-Trevijano Ricardo Grobas
22/02/11
CONTRAPORTADA

Tuvo un papel político central en las postrimerías del franquismo pero hoy se siente en el más absoluto ostracismo. Antonio García-Trevijano (Granada, 1927) fue el artífice de la Junta Democrática en 1974 pero no se plegó después al pactismo de la transición. Hoy presentará en A Coruña el libro ´Teoría pura de la república´ (El buey mudo), la última secuela de la "república constitucional" que pregona

ISABEL BUGALLAL | A CORUÑA –¿Cómo sería España ahora si hubiera triunfado la ruptura democrática que usted defendía?
–Sin duda, sería una república constitucional ¿Porqué se hizo la transición? Para evitar que se produjera la ruptura del franquismo.
–¿Sería la panacea?
–Solucionaría todos los problemas políticos, incluso la crisis económica. Volver a la II República no resolvería nada, pero sí la ruptura de este régimen partitocrático de corrupción. Si se instaurase la república constitucional, en 24 horas se ahorraría más del 10% del PIB: se habría resuelto el problema de la crisis financiera y del déficit presupuestario de España.
–¿Qué gastos se suprimirían?
–De un plumazo, las subvenciones a los partidos, sindicatos, ONG, a la cultura, a las diputaciones... Se suprimirían las pensiones de los presidentes y ministros, ¿por qué han de cobrar toda la vida? Es una monstruosidad moral.
–¿Cómo se tendrían que financiar partidos y sindicatos? ¿o no tendría que haber partidos?
–¡Qué locura insinúa, por Dios! Yo soy defensor de los partidos políticos, como lo demostré con la fundación de la Junta Democrática, que unió a los partidos contra el franquismo, pero una cosa son los partidos que pertenecen a la sociedad civil y otra los que pertenecen al Estado. Los partidos y los sindicatos deben estar financiados exclusivamente por sus militantes. ¿Cómo voy a estar en contra de los partidos si he sido su primer defensor cuando nadie los defendía? Está hablando con una persona coherente desde hace 60 años.
–¿Diría neofranquismo?
–Es una oligarquía neofranquista absoluta, no hay libertad política. La libertad es colectiva o no hay libertad, ¿cómo van a tener los partidos privilegios? Todo lo que se hizo en España es horroroso, falso y de catetos.
–¿Y en los otros países?
–Salvo Suiza, tampoco son democráticos porque no tienen separación de poderes. Por lo menos, los sistemas de Francia y Gran Bretaña son representativos, pero Montesquieu es un desconocido: la Revolución Francesa prefirió a Rousseau, un utópico, defensor de la igualdad a costa de la libertad.
–Naturalmente, usted no vota.
–¿Cómo voy a votar? No he votado nunca. No sólo no voto sino que en todas las elecciones pido la abstención, la única forma inteligente contra este sistema.
–¿Es antisistema?
–No, no soy antisistema; aquí no hay un sistema político, es un puro régimen de poder. Soy antirégimen, soy un radical revolucionario que quiere acabar con esta Monarquía y poner en su lugar una república constitucional.
–Sin embargo, usted ha prestado algún servicio a la Corona.
–Jamás. Fui amigo del conde de Barcelona [don Juan de Borbón], como republicano, y llegamos al acuerdo de que si él triunfara en un golpe de Estado contra Franco, convocaría un referéndum para que los españoles eligieran entre monarquía y república. Siempre fui fiel a la república y claro que ayudé al conde de Barcelona. Como fui amigo del Príncipe [don Juan Carlos] cuando era cadete en [la escuela militar de] Zaragoza, pero eso no supone nada políticamente.
–¿Volvió a ver al Rey?
–La última vez fue en el Club 31: estaba con Sofía, su mujer, la que es reina, y con el marqués de Mondéjar. Me llevó allí, engañado, el periodista de ABC Salvador López de la Torres a los pocos días de que Franco lo designase sucesor de la Corona. Al llegar allí, Salvador me indicó que mirara a mi derecha, que me estaban saludando. Yo no los saludé pero, al salir, él [el Rey] se dirigió a mi y me dijo ´Tono, ¿no quieres saludarme?´ En voz alta para que todos lo oyeran, le dije: ´Al amigo, siempre; al sucesor, jamás´.
–¿Ahí acabó su relación?
–Cuando fui encarcelado por Fraga, me mandó un mensaje de pesar diciéndome que no podía hacer nada. Le respondí lo que le había dicho en Zaragoza veinte años antes cuando salíamos en coche con las chicas a divertirnos los fines de semana.
–¿Tan amigos eran?
–Yo tenía un coche de carreras, era casi verano, llevaba un sombrero de paja y él se acercó a mi. Me preguntó si era mexicano y corredor de coches, le dije que sí y a partir de ahí venía todos los fines de semana conmigo a divertirse. Y cuando, de vacaciones en Estoril, presumió ante su padre del amigo tan extraordinario que tenía, un mexicano con mucho dinero y un Pegaso gris, su padre le dijo: ´panoli, te están engañando, ese es Trevijano´.
–¡Anda!
–Y, cuando volvió de vacaciones a Zaragoza, quiso comer conmigo con una impaciencia enorme: ´Ya que sé quién eres, me ha dicho mi padre que eres quien mejor conoce la política española: ¿voy a ser rey?´. ´Desde luego´, le respondí. ´¿Y qué tendría que hacer?´. ´Lo primero, meterme a mi en la cárcel, porque si no me metes seré yo quien te meta a ti´, le dije. Esa es la realidad de España que no conoce nadie, ¿pero no ve usted que yo estoy apartado de todos los medios de comunicación porque les da pavor que diga la verdad?
–¿Es un proscrito?
–Estoy en el ostracismo total.
–Ausente de la política y de la universidad.
–Pues claro. Si yo tuviera presencia en la televisión, ni un catedrático podría enseñar Derecho político como se enseña.
–¿De ahí aquellas campañas para desacreditarlo?
–Es evidente, la campaña de Guinea...
–¿Se forró en Guinea?
–Ni una peseta, no hice un solo negocio en Guinea en mi vida.
–¿Le costó dinero?
–Me costó dinero la independencia [de Guinea] porque yo pagué facturas del grupo independiente, que no subvencionaba Carrero Blanco ni Castiella. Finalmente, el Gobierno impuso la Constitución para la independencia que había hecho Herrero de Miñón y rechazó la que yo asesoré
–En su despacho de la Castellana se firmó la Platajunta.
–Sí, y por eso fui a la cárcel cuatro meses, mientras que al granuja de Javier Solana y a Raúl Morodo los soltaron inmediatamente.
–Prometía una carrera política rutilante.
–Yo era el jefe de toda la oposición y triunfé porque logré reunir a todos los partidos sin excepción, y otros habían fracasado con el pacto de Munich.
–Se debió gastar una fortuna.
–No sólo en Guinea; en París financié una sede muy digna, y costosa, de la Junta Democrática; alquilé un avión para llevar, entre otros, a Tierno Galván, a Estrasburgo, para presentar allí a la Junta Democrática. Tierno tenía miedo y no quería ir, ni viajar en vuelo regular, así que tuve que fletar un avión y me hizo firmar que si le quitaban el pasaporte yo le pagaría 300.000 pesetas al mes. Ese era Tierno, esa era la oposición que pactó con el franquismo: no tenían moralidad.
–¿De dónde sacaba el dinero?
–De mi despacho de abogados de Madrid. No había heredado nada pero no me dolía gastarme todo lo que ganaba en la libertad.
–Un despacho muy boyante.
–Además de notario, era muy competente y llevaba grandes pleitos en el extranjero. Tuve clientes muy importantes y gané mucho.
–¿De izquierda o de derecha?
–Esa pregunta no tiene sentido ante un revolucionario. Todo en España es de ultraderecha. Hay izquierda social, pero no política.
–¿Hay monarquía para rato?
–Es muy débil pero a los pueblos les cuesta mucho despertarse de sus ilusiones. El pueblo español cree que democracia y corrupción son lo mismo y no lucha. Corrupción intelectual, que es la peor.